Apología por el "agurdiente"
!Salud¡ Fue lo último que escuche antes de probar el aguardiente. Al día siguiente no comprendia el porqué se dice "salud" al brindar una copa, si la resaca rebajaría mi condición humana.
"...el último y nos vamos" lo pronuncie antes de perder el conocimiento, luego de beber unas botellas de aguardiente y mear unos cuantos pesos.
"Yo bebo mucho" dificilmente articulé esta frase momentos previos a lanzarme en una fuente pública en horas de la madrugada.
El licor nacional colombiano, casi, por excelencia: el Aguardiente. Ese destilado de caña, transparente cómo el agua, que cura desde la gripe hasta un mal de amores; ese que bebo regularmente para darme alientos.
No la hubiese conocido sin la intervención de aguardiente. Tome una copa para darme valor y hablarle, pero mi cobardía era tan grande que se convirtió en una botella. Al final, sin importar cuánto tomé, me dio coraje.
La primera vez que lloré por amor, necesité un agurdiente para dejar el orgullo y permitirme el llanto. La bebida alcoholica me hizo perder la verguenza.
Cuando era mi afán emborracharme, combinaba el aguardiente con otra cosa, y el limite de sobriedad era tar corto como la primera copa.
Entendí al fin, y canté: A mi demen un aguardiente, un agurdiente de caña, de las cañas de mis valles y el anis de mis montañas...
Cuándo la inspiración fue corta, pero bastante la gana, de una copita de aguradiente, su apología salió.
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