Tengo una rara sensación, como si fuera el “síndrome del náufrago”, estoy aquí abandonado sobre la nada, veo solo navíos a los lejos, quizá saben que estoy aquí, pero no pueden hacer nada por rescatarme; siguen su rumbo, hacen su vida. Yo los veo pasar como espejismo en el horizonte, sigo creyendo que estoy abandonado en una isla y solo eso.
El rencor se ha vuelto mi “viernes”, mi compañero que no se queda callado, que me atormenta, un mal consejero, pero qué puedo hacer no tengo otro, no puedo hablar con nadie, nadie me escucha, nadie me soporta. Se ha metido tanto en mí, que me adormece, me infecta con su lascivo sabor, que me estuca con su color y, me dejo invadir.
Hago señales de humo, no sé si los verán, lo hago en una desesperada y silenciosa forma de que me rescaten y, como niño ingenuo, quiero al mismo héroe que no viene. Mientras tanto, espero en esta tumultuosa isla de ecos fantasmas, espero en mi lítica cama, con la tibia compañía de mi rencor que no me abandona o no quiere que lo deje.
08/05/14
|