Ismael no podía tomar en serio las responsabilidades. Le gustaba elevarse, en sus ideas, intimar con las gaviotas, los pájaros, en el terreno sutil de las divagaciones y quimeras.
Sus hijos Joaquín y Teresa, hambrientos muchachitos descalzos, pululaban derrochando aliento y gastando mas energía de las que el padre suministraba en para saciar su hambre.
-Anda a trabajar.
Decía su mujer Constancia, a la que el nombre le venía de maravillas, mientras remendaba con afán medias y trataba de endulzar el mate sin azúcar, con algún brebaje que encontraba en los arbustos de la zona campestre donde vivían.
La levedad de Ismael era su leitmotiv, pero aun no podía pasar por el mundo sin dejar rastro alguno. Ejecutar su más preciado anhelo, la magia de sus desvaríos, y el dulce anhelo de sus pensamientos volátiles como las nubes. El frágil aleteo de su mente.
Pensar, que hay gente que sólo vive para trabajar y sudar, para alimentar a su prole y para disfrutar de los placeres mundanos.
Para él la vida era tan extraña, que todos los días llamaba a sus sueños para poder vivirla.
Por entonces Ismael había empezado a sospechar que todo lo inexplicable de vivir, era lo que la hacía única e irrepetible.
Ese día, decidió levantarse temprano, saludo a su mujer como de costumbre y le dejo una carta al vecino, para informarle lo que sucedería. Ellos no tenían mail ni celular, por ese entonces, quizás hayan cambiado los tiempos, pero el destino es enigmático y misterioso.
Llevó consigo lo necesario para el viaje breve que le tocaría. Se sentó en el borde del puente y miro al cielo. Sus ojos se habían cerrado, circulaba un aroma a eucaliptos cercanos. Su fascinación e imaginación no tenia limites. Ya empezaba a divagar cuando con sus brazos extendidos simuló tener alas y sin mas desapareció en lo alto, revoloteando el aire a su alrededor.
Un lugareño contó durante varios años, lo que dijo, fue una visión a o un alucinación, tal vez al borde del puente o del barranco, no recordaban bien dónde.
Un hombre parado en el borde se elevó saltando y remontando un par de alas anchas salio volando.
En su pico llevaba unas hojas que parecían contener un mensaje para el mundo.
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