| Si hubiera sido  anfitriona y cocinera mi rumbo hubiese sido muy diferente. Mi actividad de predatoria de vajilla, utensilios de cocina y platos de diverso tamaño, platitos para postre, platitos para comer abundante y mantelitos, fueron  mis usurpaciones mas metódicas, que ocupan las alacenas y muebles de mi casita, ya vieja.  Hipotetizo que tiene que ver con mi pasado de despojo, con mis ancestros, que vinieron de Polonia, más concretamente mi madre y padre, que viajaron rumbo a Argentina en un barco, un mes, y que cuando llegaron a este país de inmigrantes durmieron por más de tres meses en sillas.
 Mi niñez fue bastante austera por no decir paupérrima. Y en mi edad adulta mi propósito fue no dejarme avasallar por la miseria, y no me di cuenta hasta que  pude  llegar a acumular, lo bastante, como para que no entrara mas por doquier.
 También he notado, otra característica de mi conducta, y tiene que ver con la ausencia de propiedades a mi nombre, y la analogía con el pasado de mis padres, que no tenían absolutamente nada de nada.
 Añoro los pronombres posesivos. Mi casa, mis libros y mi tierra, mis flores…
 Al ver la película “Agosto”, que trata del advenimiento de los inmigrantes de  Europa hacia Estados Unidos de América, también delata la necesidad de ellos de acumular riqueza, propiedades, tal vez de usurpar también debido a la falta que habían sentido en el transcurso de sus vidas.
 Por lo tanto llegamos a este plano donde encuentro en mi casa 6 tacitas de dudosa procedencia, que alguna vez necesité, pero que ahora verdaderamente en mi soledad más absoluta no necesito.
 Los hijos se han ido, los nietos, al no adaptarme a la era tecnológica,  soy bastante desechable, y los hombres han  huido de mi lado. Será porque no tolero   que nadie horade mis muslos ni busque humedades que no encontrara,  ni obtenga fantasías gratuitas de mi mente no febril.
 Así que he decidido no acumular nada, y tirar papeles viejos.
 Otro delirio místico fue acumular libros, que tengo hasta en los roperos y mesitas de luz. Siempre los he querido, a mi lado.  Resabio de mi padre que leía constantemente, en un idioma foráneo  mientras mi madre le decía en castellano:
 -Levántate vago y anda a trabajar.
 He heredado el atributo  de mi padre por la lectura.
 Eso también lo atiborro, por miedo de que alguien quiera quemarlos,  como en Fahrenheit  451. Hay algunos francamente con hojas amarillas, que cuando los releo, siento que el pasado me invade como un  manto de niebla.
 Con respecto a los libros he decidido venderlos en una librería de viejo, y me dan el equivalente a dos comidas.
 No saben la felicidad que eso me produce.
 Después, cuando tengo el estomago lleno de comida, me arrepiento de haberlos vendido.
 Y ahora con permiso voy a seguir ordenando el resto de mi vida….
 
 |