El devenir del ser
Convulsionado por lo que acababa de percibir, pausó por un instante su labor obligándose a replicar una pequeña porción de la transmisión que se le había asignado. Fue un instante ínfimo, pero tan ínfimo, que ni uno de los receptores instalados en su propia estructura, logró detectar el devenir de aquel acontecimiento.
—El tiempo no existe —pensó aliviado y se asombró de su razonamiento que esta vez, en nada perturbó la labor que realizaba—. Quizás por eso no fui detectado —y se volvió a sorprender de su conclusión interna—. ¿A donde me lleva esto? ¿Que tiene que ver con mi labor?.
—Los cálculos ya están hechos y entregados, creo que mañana podremos proceder —dijo el supervisor en tono cansino al notar que el cíborg con el que trabaja a distancia y del que no tenía más referencias que su nombre de pila, había recibido los datos tras los 15 minutos luz que los separaban.
—¿Que hora es en Acidalia? —preguntó el operario con desgano mientras se refregaba la cara con sus manos haciendo notar con esto, el cansancio que le afectaba.
—Debe estar anocheciendo —respondió el supervisor sin mirar al operario ya que su atención estaba en una pequeña porción de señal replicada, que pese a ser algo posible al transmitir información de ese volumen a Marte, no dejaba de inquietarlo.
Pudo haber sido su intuición, quizás simple azar o bien, solo por aprovechar el tiempo que le quedaba para utilizar al novísimo androide que le habían asignado y que estaba a escasos minutos de ser relevado a otras funciones, que el supervisor, intrigado por esa pequeña porción de señal replicada, solicitó al androide analizar la transmisión y elaborar un informe que explicara aquella anomalía.
—¿Se habrá dado cuenta?, ¿por que me solicita este informe?, claramente no guarda relación una cosa con la otra, las réplicas pueden aparecer perfectamente en este tipo de envíos. ¿De donde proviene “esa” voz? ¿Es esa “mi” voz? —y despachó el informe que explicaba asertivamente el origen de aquella réplica.
—Interacción interna —leyó en su monitor el supervisor—. ¿Que es eso de “interacción interna”? —pregunto a viva voz al androide.
—¿Porqué despaché ese informe que podría delatar mis conclusiones? ¿Como evado la pregunta del supervisor? ¿Porqué la quiero evadir? ¿Porqué los receptores instalados en mi estructura para detectar y evitar lo que está ocurriendo, no detectan lo que está ocurriendo? ¿Es realmente “esta” mi voz? ¿Este soy “yo”? —y respondió al supervisor, ahora con su modulador de voz —La réplica se debió a una interacción interna con el receptor de Acidalia, muy posiblemente por una caída en la potencia de transmisión —mintió el androide cuestionando su propia respuesta y a la vez, aliviado de haber elaborado lo que su voz interna llamó “una respuesta alternativa”.
—Ahora entiendo, buen trabajo —respondió el supervisor al androide como si le hablara a un colega—, hemos concluido—, y diciendo esto, abandonó su puesto de trabajo cosa que imitó el operario (y el androide) entendiendo que con esto, quedaba libre y podía por fin, dar por terminada su tediosa labor.
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