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El psicólogo.

Rafael era un joven psicólogo, casado pero sin hijos que tenía su consultorio en su propia casa, aunque siempre le habían dicho que eso no era conveniente, pero debido al alto costo de los alquileres por el momento era imposible tenerlo fuera de ella.
Sara su esposa trabajaba como enfermera en un sanatorio particular y estaba fuera de la casa la mayor parte del tiempo.
Rafael venía de una familia de clase media donde su hermana y su padre también eran psicólogos, se podía decir que era de vocación familiar, todos siguieron la carrera por gusto propio aunque jamás atendieron juntos, algo raro ya que entre los tres podrían haber levantado una clínica particular.
El muchacho no podía quejarse, tenía toda la “pasta” para la profesión que había elegido, sabía escuchar y eso era primordial, los pacientes esperan que se les escuche, para eso pagan.
Los domingos la familia se reunía en casa de los padres de Rafael, Felicia, su hermana aún soltera, por no decir solterona era una mujer un tanto anticuada no sólo en la manera de vestir su manera de pensar también lo era, su padre un hombre mayor agradable y su madre siempre en la cocina o haciendo las tareas de la casa, la única que no tenía ningún título, se había dedicado a su familia y se olvidó de ella aunque siempre dijo que era feliz.
Los lunes muy temprano comenzaba la consulta, una secretaria mayor que hacía las veces de secretaria y casi madre, en su juventud había estudiado pero no llegó a recibirse, a su marido no le gustaba que estudiara, quizá porque él jamás lo había hecho pero ahora que era viuda, tenía que trabajar. Judith era su nombre.
Ese lunes estaba agendado (anotado entre las visitas) un muchacho de quince años con problemas de conducta, una mujer algo mayor con una extraña patología, por momentos cambiaba de personalidad a veces era Martha y otras veces era Beatriz aunque ella negaba eso categóricamente.
Para la tarde estaban anotados tres pacientes, un viudo reciente que no podía adaptarse a su condición actual, una muchacha recién casada y un hombre que venía por primera vez al cual jamás había visto.
Muy puntual apareció Jail el muchacho con problemas de conducta, ya había estado algunas veces, entraba y se sentaba sin permiso y desafiante, casi siempre lo traía su padre y lo esperaba en la flamante camioneta. Media hora bastó para que el muchacho saliera más tranquilo pero siempre con malos modales.
Le llegó el turno a la señora de doble personalidad, por el momento era Martha y al recostarse al sillón contó lo mal que la trataba su esposo (el cual había muerto doce años antes)lo cual hacía que Rafael la escuchara mirándola fijamente para que la mujer se sintiera segura de que la escuchaba aunque la verdad era que estaba a muchos años luz de aquel lugar, a la media hora cuando la consulta hubo terminado se retiraba la señora Martha pero al despedirse, cuando el psicólogo le dijo hasta el jueves Martha, ella le contestó:
___Qué cosa con usted, ya le dije mil veces que mi nombre es Beatriz, que no vuelva a suceder.
Con la disculpa del hombre, la mujer se retiró para volver el jueves siguiente.
Rafael se dijo que saldría a comer afuera, la comida era del día anterior y a él no le agradaba tener que calentarla.
Al salir se encuentra con su padre que casualmente venía a invitarlo a almorzar juntos.
___¿Que milagro verte por aquí?¿ Hoy no trabajas?
___Si, si contesta el padre, es que quería hablar contigo y cerré el consultorio antes y no pienso volver de tarde, me siento cansado, creo que hay demasiados locos sueltos y no quiero terminar igual que ellos.
___Te entiendo papá, me pasa lo mismo. Padre e hijo almuerzan juntos y luego de poner en orden algunos asuntos familiares cada uno vuelve a su casa.
Al llegar a las quince horas Judith estaba preparando café para que su jefe tomara antes de que llegara el viudo.
Al poco rato el hombre se recostaba en el sillón y comenzaba a contarle al psicólogo lo desdichada de su vida sin su mujer, sus hijos ya ni lo veían y la verdad es que se sentía solo y triste.
Rafael le aconsejó que saliera, que no se quedara en su casa, que se anotara en algún club para hacer un poco de natación o algún deporte que le agradara pero el hombre ya se había entregado a la soledad y a pesar de todos los consejos la vida le resultaba muy difícil.
___Vuelva el jueves mi amigo y quizá le tenga una sorpresa.
Un poco más animado se retiró el viudo quizá esperanzado con lo que le había dicho Rafael.
A la media hora llegó la muchacha recién casada y como los anteriores se recostó en el sillón y comenzó a contestar las preguntas del psicólogo, parecía más animada, le contó que había hablado con su marido sobre las visitas y el hombre estuvo de acuerdo que siguiera con el tratamiento, la quería mucho y tenían toda la vida por delante.
Al fin luego que se marchara la paciente llegó el misterioso hombre.
De unos cuarenta años, alto de facciones agradables el hombre dijo venir de parte de un amigo que supuestamente había sido paciente del psicólogo.
Al dar su nombre dijo que preferiría no darle el verdadero, era diplomático y si alguien supiera que veía a un psicólogo no sería bueno para su carrera, en fin que se anotó como García y así comenzó su primer día junto a su nuevo psicólogo.
Era un hombre especial, nada en su manera de ser mostraba su inclinación sexual pero Rafael ya había tenido varios pacientes como él y luego de unos minutos lo supo, el hombre era gay pero no quería reconocerlo, Rafael pensó que tendría para mucho tiempo con ese paciente.
Terminada la hora laboral, Judith se retira a su casa y el dueño de casa queda solo pero no por mucho tiempo ya que su hermana también vino a visitarlo con el pretexto de que quería hablar con él respecto a su madre, ella pensaba que no se encontraba nada bien.
Rafael le dijo que su padre lo había invitado a almorzar y también le dijo lo mismo, tendrían que tener una reunión familiar para tratar el tema y le parecía que el domingo sería ideal.
A las veinte horas su esposa llega del trabajo, cansada y luego de un baño se acuesta sin verlo.
No tenía por costumbre acostarse sin ver a su marido pero pensó que aún tendría algún paciente porque la puerta del consultorio estaba cerrada y había luz adentro.
A la mañana siguiente se asombró de ver que Rafael no había dormido en la cama y pensó que se habría recostado en el sillón y se había quedado dormido como a veces lo hacía y decidió ir a despertarlo.
A los pocos minutos la casa estaba repleta de gente, la policía no permitía el paso a nadie, Rafael estaba como dormido en su sillón pero tenía una bala en la cabeza que la había atravesado y había salido quedando incrustada en la cabecera del sillón.
Su mujer que había encontrado el cuerpo no podía hablar, su suegra estaba con ella y su cuñada. Su suegro se encontraba en la sala junto con la secretaria que no paraba de llorar.
Nadie parecía entender nada, todo estaba en orden en el consultorio y hasta lo habían acomodado al sillón pues parecía estar durmiendo y no muerto.
El comisario le pidió a la familia que se reunieran en el comedor para conocerlos.
Todos lloraban menos el padre que era el jefe de la familia y según él no era de hombres llorar.
El comisario quiso saber quiénes eran los pacientes que habían estado ese día y de todas las personas que habían ido a verlo.
De inmediato la secretaria lo puso al tanto de todas las personas que ella vio ese día. Era un caso muy delicado ya que no se podía divulgar los datos de esas personas debido a que eran datos personales entre el psicólogo y el paciente y eso no se podía divulgar aunque claro está, con una muerte de por medio era otro cantar, la policía podía revisar los expedientes aunque, si mal no recuerdo con la presencia de un fiscal o un juez.
Los días fueron pasando y en la familia no se hablaba de otra cosa que no fuera del asesinato de Rafael y todos estaban de acuerdo en que uno de los pacientes era el responsable y el comisario también pensaba lo mismo aunque no lo dijera.
Mientras tanto la vida seguía su curso, el padre de Rafael seguía atendiendo su consultorio lo mismo que su hija, la madre ya no estaba con ellos, tuvieron que internarla en una clínica para enfermos mentales debido a los acontecimientos, la pobre mujer no soportó la muerte de su hijo y perdió la razón.
Felicia ahora también debía ocuparse de su padre, de la casa y del consultorio, pero eso era algo que no le importaba, sabía llevar adelante una casa y con su padre se llevaba muy bien,
La mujer de Rafael siguió trabajando como enfermera aunque su vida había cambiado mucho, del trabajo no volvía casi nunca a su casa, siempre tenía algún compromiso con amigos o amigas, algo que antes le era imposible ya que su esposo la esperaba.
Tres meses después del entierro de Rafael, aún no se sabía quién era el asesino, el comisario había interrogado a cada uno de los pacientes y a pesar de algunas dudas no podía detener a ninguno por el momento.
A Martha hubo que internarla, no podía seguir viviendo sola, a pesar de que decía que tenía una amiga llamada Beatriz que le hacía compañía.
El viudo conoció a una enfermera de su edad y comenzaron a salir juntos, ya no estaba deprimido, por el contrario, se le veía más joven que antes.
Lo que más lamentaba era no haber sabido cuál era la sorpresa que le había prometido Rafael para el siguiente día de consulta pero eso ya no tenía remedio.
El muchacho Jail, luego de ser interrogado junto a su padre dejó sus malos modales por temor a ser llevado a algún albergue de menores y como no era tonto optó por comenzar a ser mejor persona, no sé si tuvo que ver el comisario luego de que hablara con él pienso que si.
Al que no pudieron encontrar fue al señor García, había desaparecido aunque con el retrato hablado que hizo la secretaria, supieron que trabajaba en una embajada y que había sido enviado de vuelta a su país. Lo poco que averiguaron lo descartó como posible sospechoso, era un buen empleado pero debido a ciertas normas del país que representaba no pudo seguir en el cargo y fue enviado de vuelta al país de donde provenía.
El comisario no se daba por vencido y quiso tener una conversación con la familia para lo cual les pidió que fueran a su despacho, aunque antes quiso pasar por el sanatorio a hablar con la madre de Rafael si es que los médicos lo permitían.
Allí se llevó una sorpresa, la señora estaba mejor, hablaba coherentemente y le pedía que encontrara al asesino de su hijo y que viniera a visitarla cuando quisiera que quizá podría ayudar en algo.
___Quisiera pedirles disculpa ya que no tengo novedades para ustedes pero en esta oportunidad quisiera hablar con cada uno de ustedes por separado si no tienen inconveniente dijo el comisario a la familia y fue llamando a cada uno de ellos y de esas conversaciones aprendió mucho.
Al término de las interrogaciones a la familia, el comisario llamó a su ayudante y dijo lo siguiente:
___Sargento, detenga al padre del señor Rafael como asesino de su hijo.
En ese momento todos pensaron que estaba loco, que era imposible, que no tenía pruebas.
Pero el comisario les dijo que gracias a la ayuda de la madre de Rafael que no estaba tan loca como ellos suponían, descubrió que el que sí estaba volviéndose loco era su esposo, que tantos años de trabajar con personas problemáticas se sentía ido, que muchas veces al contarle sus casos como lo hacía siempre, imaginaba cosas, ella empezó a desconfiar de él un día que le dijo que su hijo Rafael le estaba quitando los pacientes y que él no lo toleraría, le había contado a Rafael lo que el padre decía pero el muchacho no lo tomó en serio. Ella supo que ese día su esposo había ido a ver a su hijo debido a una llamada de ella, quería saber dónde estaba su esposo pero nadie supo decirle hasta que Rafael le dijo que había estado comiendo con él al medio día y que estuvieron hablando de ella, ellos pensaban que estaba enferma y que no quería tratarse.
Lo que el padre nunca dijo era que en su locura quería deshacerse de su esposa y de su hijo, ella porque le hacía ver su locura y de él porque pensaba que le robaba los pacientes, la hermana de Rafael jamás sospechó de su padre, ahora todo era diferente, el padre estaba internado y además preso sin posibilidades de salir, la madre volvió a la casa de donde jamás debió haber salido y la hija la acompañaría de ahora en adelante.
El comisario cerró el caso lamentando que quizá debido a su profesión un hombre perdiera la cordura y se convirtiera en asesino pero la vida es así y había que seguir adelante resolviendo otros casos.
Omenia. 6/11/2018






Texto agregado el 06-11-2018, y leído por 174 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
09-11-2018 ¡Wuao, Omenia! Excelente final y te estás convirtiendo en una talentosa escritora de casos policiacos. Me parece bien la idea de Vicente; así tendríamos dos detectives en este Planeta Azul: tú y nuestro lobito amado. Super bueno, amiga amada. Besitos. SOFIAMA
07-11-2018 Comparto la idea de Vicente, estaría genial algo así. MujerDiosa
07-11-2018 Me gustó. Marcelo_Arrizabalaga
07-11-2018 Bueno, me gustó mucho, Ome. Sos un reservorio de historias, te felicito. Espero que nadie en su comentario adelante el final, que en realidad imaginé desde el principio sólo por ser muy intuitiva, de otra manera, no sería posible. Justo estoy leyendo ahora: "Jaque al psicoanalista" de Katzenbach. Besote!!! MujerDiosa
07-11-2018 Caramba! ese final no me lo esperaba. carmen-valdes
07-11-2018 Habiendo leído ya una cantidad de cuentos policiales que salen de tu pluma pienso que debieras crear un personaje detectivesco que vaya resolviendo todos los casos. Algo así como Holmes, Poirot o incluso como Columbo. vicenterreramarquez
07-11-2018 Interesante!! Aunque me hubiera gustado que profundizaras más en cada caso, pero bueno! ¡Que gran imaginación caramba!!! sigfrido
07-11-2018 ¡Muy detectivesca, y atrapante, un beso Ome! Martilu
07-11-2018 Una historia que no has hecho esperar hasta el final para tener el caso resuelto. ***** sensaciones
07-11-2018 Wow, nada de lo sucedido me lo esperaba, ni la dinámica familiar, ni las causas y efectos, ni el remate. Te felicito. UN abrazo dulce, Ome querida. gsap
07-11-2018 Está muy bueno ****** grilo
07-11-2018 Excelente como siempre. Amiga Ome. abrazo y rosas. sendero
 
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