Un perro es arrastrado por su correa por su amo. Un niñito es llevado por su abuelo al parque. Y solo miro a los perros y a los niños. No a quien los lleva.
Mi mirada va hacia ellos, sujetos, de correa, sujetos de carrito. Son de todas las especies igual que los niños, berreantes algunos. Los perros deambulan, se detienen, olfatean, olisquean, orinan...
Los niños piden y piden amor, protección, globos, pelotas.
Mientras los contenedores de la calle son asaltados por seres hambrientos, desolados, que se tiran hacia ellos y rebuscan en la basura, alguna migaja aunque sea mordisqueada por algún otro, para saciar su doliente humanidad desvalida.
La calle no es un eden, las soledades no se yuxtaponen, la tarde va cayendo, el sol se esta escondiendo y las sombras, la nocturnidad acusa a los que yacen en la acera, indiferentes a nuestros ojos.
En la plaza alguien vende baratijas para poder alimentar a sus hijos sin manutención del progenitor.
Los jóvenes derrochan aliento a cerveza, se masturban con impiedad sudorosa en cualquier baldosa.
La soledad es un cuchillo filoso sin remedio.
Tu recuerdo me persigue y te he amado hasta inconsciente,por hacerme la noche día, por protegerme hasta de mis propios pensamientos. Te dejo ir adonde quieras. ya estuviste...
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