Es difícil decir algo aquí que realmente no sobre; pero empecemos pues: Corola divina,
comienzo y “final”.
Fallida disección de la naturaleza,
reyerta entre sabanas, níveas o púrpura,
da igual. Es el abatimiento
de brazos y piernas
en conexidad con
el instinto la verdadera
cubierta de los cuerpos.
Es la inconsciencia
de dos entes sublevada,
es la armoniosa beligerancia
de pasiones
con el propósito de subyugar al otro.
Es la concesión sin tregua
de la mente, del alma;
estremecimiento involuntario
ante el poder de la caricia.
Es una luz diáfana perdida
en la piel, es el agua prístina y universal contenida en un simple cántaro.
Una evocación inusitada,
es el axioma inicial
de una nueva espera.
Es el existir de un nuevo
lenguaje que no solo
transforma, sino que,
explica su propia realidad,
para surgir nuevamente suprema
en una versión, renovada,
a través de las vidas.