El cuaderno de los pensamientos.
Hace cincuenta años, una maestra de sexto año de enseñanza primaria quiso hacer un experimento con su clase, sabiendo que quizá estuvieran de acuerdo con ella les propuso lo siguiente:
___Mis queridos alumnos, hemos llegado al final de este curso, cada uno de ustedes irá a distintos colegios superiores, al liceo algunos, a la UTU otros, desgraciadamente alguno no querrá estudiar y tendrá que trabajar siendo muy niños aún, saben muy bien que les he dicho miles de veces que me agradaría verlos a todos estudiando, la vida lo exige y si quieren ser hombres y mujeres de bien, deberán hacerlo, a unos les costará más que a otros pero es primordial que todos terminen el segundo ciclo después ya verán ustedes qué es lo que quieren hacer de mayores.
Así les hablaba la maestra Natalia a los niños que entusiasmados la escuchaban y querían saber cuál era el proyecto que les iba a proponer asegurándole que todos estudiarían, que tenían muy buena base con lo que ella les había enseñado.
___Sé que todos son muy inteligentes y que saben escuchar cuando les hablamos los maestros pero muchas veces hay que sortear muchas cosas en la vida y lo que hoy decimos creyendo que lo haremos, mañana puede haber cambiado debido a las circunstancias de cada uno y de la vida misma por eso les propongo que tomemos un cuaderno y que cada uno escriba lo que más desea de la vida en los futuros cincuenta años y que luego de haberlo escrito lo firmemos y le pongamos la fecha de hoy, luego se lo vamos a entregar a la directora para que lo guarde con un aviso de que sólo se podrá abrir dentro de cincuenta años, yo también lo voy a hacer, aún soy joven y espero estar dentro de cincuenta años para abrirlo en persona.
Todos los alumnos estuvieron encantados del proyecto y uno a uno fue escribiendo en las blancas hojas del cuaderno y firmándolo, al final Natalia también lo hizo y luego de que todos hubieran puesto sus firmas, la maestra se lo entregó a la directora para que lo pusiera dentro de una caja fuerte donde se guardaban los documentos con un letrero que decía: No abrir hasta el veintidós de diciembre del año dos mil sesenta y ocho.
A la directora le entusiasmó la idea y así lo hizo no sin antes dejar una carta para las futuras generaciones de maestros con la prohibición de abrir el cuaderno antes de la fecha indicada.
Y la vida siguió su curso y el día llegó, la escuela estaba repleta de gente todos en el pueblo esperaban con ansias la apertura del famoso cuaderno que jamás dejó de ser noticia en el lugar.
Una hermosa mujer de cabellos blancos, rodeada de muchachitos que jamás había visto fue la encargada de hablar antes de abrir el cuaderno.
___Mi nombre es Natalia, doy gracias a Dios por estar aquí luego de cincuenta años, toda una vida creo reconocer a alguno de los presentes aunque más vieja, seguramente ustedes si me conozcan, no se imaginan cuánto desee que llegara este momento para encontrarme con por lo menos alguno de mis alumnos y estoy segura de que así será.
___Mi querida maestra, quizá usted no se acuerde de mi pero soy uno de los que firmó el cuaderno y no se imagina el enorme placer que siento al verla.
___No me digas nada Nicolás jamás me olvidaría de ti, el pelirrojo de la clase, por supuesto que me acuerdo la alegría es mutua, si estás aquí quiere decir que de algo sirvió mi proyecto.
___Maestra! Soy Eleonor espero que se acuerde de mi.
___Ya lo creo que sí, me diste mucho trabajo pero te convertiste en toda una mujer estoy encantada de verte.
Y así fueron pasando muchos ex alumnos, todos queriendo saludar a su antigua maestra, eran hombres y mujeres que tenían su vida hecha, cada uno de distinta manera y con diferentes historias, una buenas otras no tanto pero que jamás olvidaron aquel cuaderno y que hoy luego de tantos años se reunían y volverían a ser alumnos y maestra como antes.
Muchas eran las ausencias por diferentes razones pero hubo una grata sorpresa para Natalia, algunas cartas habían llegado del extranjero a su nombre pero la que más dolió fue la de un alumno llamado Cristian, su carta también llegó pero fue del lugar de donde provenía que más le impactó.
Cristian estaba preso, le habían dado treinta años por haber matado a su padre hacía muchos años, esto entristeció mucho a Natalia pero no lo comentó con nadie, los demás, los presentes estaban deseosos de abrir el cuaderno y así se hizo.
La maestra leyó uno a uno los comentarios escritos junto con sus deseos para la vida que deseaban y a decir verdad, no muchos lograron su objetivo, lo que querían en aquella época no fue lo que hicieron en el correr de los años pero allí estaban, algunos recibidos otros con negocios otros apenas sobreviviendo y alguno que faltó por haber partido antes de tiempo y los que estaban en el extranjero según sus cartas, casados, con hijos y hasta nietos.
Cuando llegó a lo que Cristian había escrito, se le llenaron los ojos de lágrimas y no pudo leerlo, muchos entendieron. Los demás trataron de hablar de otra cosa pero lo escrito en aquella ocasión por un alumno se había cumplido tal cual él lo pronosticara.
Carta escrita por Cristian el 22/12/2018
La maestra nos pide que escribamos lo que queremos de la vida para los próximos cincuenta años y a decir verdad no sé si estaré para el día que abran el cuaderno, quisiera no estar vivo pero si es que lo estoy, sé dónde voy a estar y me apena pero no hay solución para mí, no sé cuánto tiempo voy a seguir soportando la vida que llevo, he visto cómo mi padre trata a mi madre y a mis hermanos y quizá más adelante cuando sea mayor lo mate. Cristian.
Natalia no pudo leer la carta a sus alumnos pero cuando hubo terminado la ceremonia, luego de abrazar y besar y desear lo mejor a todos los presentes, se llevó el cuaderno a su casa, allí leyó y releyó cada carta y se preguntaba cómo no se había dado cuenta antes del problema de aquel niño pequeño para su edad, tan introvertido y disperso, cómo jamás su madre fue a hablar con ella o su padre a pesar de haberlos llamado en alguna ocasión por alguna riña con algún compañero, ahora lo entendía y era su deber ir a verlo, Cristian a pesar de ser un asesino había sido oveja de su rebaño y quizá estaba en una celda sólo y olvidado por el mundo.
Al día siguiente la maestra se dirigió a la cárcel donde estaba Cristian y pidió para verlo.
Ya en presencia del hombre apenas pudo reconocerlo por sus enormes ojos azules, lo demás pertenecía a una persona muy distinta, con tanto sufrimiento cargado durante años, Cristian parecía mayor que su antigua maestra pero la alegría fue mutua al verse y abrazarse.
Luego de una conversación muy extensa, la maestra salió de la cárcel con una versión muy diferente, ahora conocía todos los detalles de lo ocurrido y tenía toda la intención de hablar con algunos amigos, necesitaba sacar a su ex alumno de allí lo antes posible, ya había pagado con creces lo que había hecho y ella pensaba que en su lugar también lo habría hecho.
Luego de un mes Natalia estaba nuevamente en la cárcel junto a Cristian que no sabía cómo agradecerle lo que había hecho por él.
___De ahora en adelante aprovecha los años que te quedan y sé el hombre que debiste ser y no el que el destino quiso que fueras.
___No entiendo. Aún me faltan algunos años para terminar la condena…
___Lo sé pero te diré que tengo amigos y que el juez leyó tu carta y luego de saber todo lo que me contaste decidió dejarte en libertad, sé que no tienes a nadie, que tu madre murió debido al maltrato de tu padre, que tus hermanos también sufrieron y murieron jóvenes y por eso lo mataste, todo se lo dije al juez y él entendió, eres libre. Sigue el buen camino que nunca es tarde para volver a empezar.
Ya en su casa, Natalia leyó y releyó todo lo que sus alumnos escribieron y pensó:
___Si mi experimento sirvió para salvar de la miseria aunque fuera a uno solo de mis muchachos, el proyecto valió la pena. Omenia 31/10/2018
Dicen que mis cuentos son poco creíbles pero ¿no será que ustedes no tienen la suficiente fe como para creer cinco cosas imposibles al levantarse? Yo creo que todavía hay gente buena, si no fuera así no valdría la pena vivir. Muchas gracias por leer mis escritos. Omenia.
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