Llueve, una cortina gruesa traspasa el mundo. El frío se está instalando y llueve. No es una niebla fina de septiembre. El mundo esta madrugada tiene los motores roncos. La niebla densa se ha metido en las casas. Nadie puede salir. Sólo el despertador funciona, y las caras de los niños.

Subo la persiana y descubro que solo esta hora regalada puede salvarnos. Un milagro remoto que ablande el mundo, comenzando por mí. También en invierno hay árboles que florecen, pero, no sé, no tengo ganas ningunas de bailar, ni siquiera entre los árboles.

¿Quién dijo que la vida era bella? Solo Roberto Benigni, para proteger a su pequeño hijo de los horrores de un campo de concentración nazi. Aquel "Buenos días, princesa" ya no lo escucho, ni lo quiero escuchar. Todo duele.