Revelación
I
Callarán las voces de los dioses,
Y con ellas callarán las profecías.
Callarán los mundos y los bosques,
Callarán empapados de agonía.
¿Qué le queda entonces al silencio?
Un pobre mortal que se pregunta
por qué le fueron arrebatadas sus alas.
II
Dormirás entonces,
pretendiendo negar que te han herido.
Dormirás en el letargo de tu propio eco enardecido.
El lamento se encarna en tu cuerpo fragmentado,
Y a ti sólo te invade la duda,
¿Vivirás para presenciar cómo el suelo se derrumba?
III
Derribarán los templos,
Sus escombros se ocultarán bajo el telón nocturno de tus días.
Derribarán las letras,
Y de su rastro sólo quedarán melancolías.
En la esfera sin memoria desaparecerá tu esencia,
Hasta que llegue a confundirse con el polvo de las ruinas,
Y no exista diferencia entre los restos del sepulcro y tu piel, aún con vida.
IV
Vaciado de ti, ante la desolación perpetua de la fosa,
Callarán una vez y para siempre los latidos,
Para decirle al mundo malherido,
Que aún sin vida y en silencio,
Es posible traspasar la decadencia
Surgirán entonces sin hablar,
Nacerán sin memoria en un paisaje indescifrado,
Otras voces sin dioses y sin letras,
Otras voces sin templos ni riquezas.
Sólo entonces contarás sin contar que has vivido,
En el tránsito solemne de un sinfín de dimensiones.
Te regocija la gracia del intercambio,
Gracia eterna de morar en otras pieles.
¿Qué ha acontecido?- preguntan quienes apenas despiertan de la tumba.
Una mirada y se abre tu carne en pedazos,
Una mirada y luego,
silencio.
V
Ausente del temor,
te habitará la mezcla,
delicioso manjar de los mortales de esta tierra.
Ausente del dolor,
Te invadirá la anónima seducción de millones de seres congregados.
Todo cielo, todo infierno,
Vanidad de hombres disfrazados.
Toda idea cede el paso a no explicarse,
Únicamente la existencia bastará.
Liberación,
esperanza de ánimas terrestres,
¿Te preguntarás ahora por qué callaste un día?
Si callar fue la cuota necesaria para habitar en la patria del silencio,
Benditos sean, benditos sean los lazos que te ataron para luego revelarte aquella puerta.
VI
De tus ataduras surgieron los designios,
Y de ellos, otra posibilidad de concebirte.
Hecho eterno matiz,
hecho angustia y alegría,
gratitud de un ser enaltecido.
¿Muerte o vida?
Nada queda, simplemente, existencia.
Tu existencia extendida a sus anchas en el no-tiempo de los siglos.
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