He caído solo, simplemente amarillo y pálido.
Flotó sobre la calma tarde de un charco silencioso. Me lleva la tierna corriente, moviendome hacia mi destino. Solo.
Las aguas primarias me acogen, deteniendome entre ramas y piedrecillas, pero solo lo hacen un tiempo y, la inquebrantable partida está ya decidida. Solo hace falta un poco de agua que ya viene. Entonces parto convirtiéndome en un pasajero sobre un pequeño riachuelo y, en mi viaje inevitable puedo ver recorrer mi vida y lo que fuí.
Me asombro ante lo verde que era, uno entre millones, vigoroso, alegre, vital; pero hoy soy una simple hoja amarilla, olvidada.
Aquel riachuelo se vierte ante un río mayor, y sigo impávido ante el paso del tiempo que fue, y que el agua se encarga de lavar. Sigo, sigo revolviendome, chocando con las rocas ahogándome. De pronto la luz de la tarde me entibia y me calma, entonces el encuentro de mi río me entrega a mi destino. El mar se encarga de depositarme en la orilla, junto a aquel hombre muerto.
10/04/14
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