Muchos años después
Los siguientes relatos fueron escritos por mi abuela en tiempo presente.
El tío julio despreciaba la comida de la tía Rosa cada vez que se sentaba en la mesa, una cantidad de palabras humillantes se desprendían de su boca haciendo referencia al último plato cocinado por ella.
Con el tiempo se ve que la tía se canso porque una vez se marcho y no la vimos mas. Supimos que estaba trabajando en la ciudad, en la casa de un millonario que se deleitaba con sus comidas.
El inmundo del tío Julio era despectivo con la gente y se la había agarrado con la pobre mujer, la tenia de punto, hasta que se fue, y eso, no le gusto, porque nadie lo podía dejar a menos que el decidiera lo contrario.
Pero la vida le tenía reservada una sorpresa. Una de esas que le dieron donde más le puede doler a un soberbio como él, bien en el centro de su alma. Su hijo mayor el que llevaba el apellido le salió raro, así decían. Muchos lo disfrutaban, aunque para el muchacho seguro que no era nada bueno porque el día que se enterara, iba arder Troya.
Yo por aquella época vivía en la ciudad. Las monjas me habían dado hospedaje en el convento de la capital para que pudiera ir a la universidad a estudiar medicina.
Al tío julio, hermano de mi mama no le gustaba la idea, decía que yo tenía que quedarme en el campo, que las mujeres nacieron para servirles a los hombres, que yo hacía falta para atenderlos, que tanto estudio. Pero mi papa se opuso a sus ideas. Al viejo no le quedo más que aceptar, después de todo mi padre era de otra familia.
La mansión se encontraba enfrente de los campos de la familia de mi madre, o sea donde lidera el tío julio. Estaba bastante abandonada, habitada por dos tías solteronas con olor a humedad y leña. Mi primo Miguel hijo de Sara, es el único que se quedo viviendo con las tías, el también es raro, dicen que tiene amores con Javier, el hijo del tío Julio. Pero a él se le nota más, es una niña, el otro lo disimula bastante bien, se lo ve bien machito.
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