Querida Basilisa:
Como te veo renuente a la contestación, voy yo a anticiparme con estas letras. Espero que tus padres te hayan ya dejado salir de las mazmorras; que no es otra la manera con que se ha de denominar el lugar del encierro a que te sujetan. Es muy posible que por tu bien; pero no deja de ser una cárcel, donde, si no presa, sí sin libertad de movimientos te tienen. Quizá algún día se lo sepas agradecer, cuando tu vida se haya estabilizado con algún pretendiente que les entre- como no un particular-, por el derecho. Y es que formamos parte de mundos separados: tú, hija de buena familia, y yo, solo en el mundo, sin más valedor que el sol que a todos calienta. No puedo ofrecerte mucho, Basilisa, pero quizá sea demasiado en comparación con lo que en gracia te vaya a corresponder algún día. Pues sólo amor puedo ofrecerte. Es tan diáfano este sentimiento, sin embargo, que por el solo hecho de haberte conocido se da uno por satisfecho, y tan amplio de miras, que sólo a tu felicidad apunta. Pero es precisamente por ello por lo que me postulo a ser tu compañero, tan grande es el amor que por ti siento, que inigualable lo veo.
Tuyo que te quiere siempre, Gundinsalvo. |