Me gustaría substraerle
algunas letras al cotidiano.
Sustraer a la monotonía
el seguro resguardo de la consciencia,
la salvaguarda de una forjada armonía
que silencia el velado grito de socorro.

Me gustaría que los recuerdos
dejasen de ser la literatura comparada
que anima el alma en las horas bajas,
forzado paliativo en franca decadencia.

Adormecido en la nostalgia,
me gustaría despertar,
me gustaría salir de una razón
que aletarga al monstruo
y da sentido al sereno cotidiano.

Cotidiano con todas las letras,
servil, atento, canónico, irrefutable.
Es preciso que haya un cambio,
de vez en cuando,
para que después vuelva todo a lo normal.