LA MUJER DE LOS DOS ROSTROS – CAPITULO VII

Cuando Martiña llegó a su recinto estaba con el antifaz, ya de nuevo era Francheska, la mujer de hierro, se reunió con sus hombres Xs, y les dijo que ya había logrado su objetivo. Seguidamente le dice a Manolette que busque una caja de coñac para los hombres Xs y una botella de champán para celebrar, ella manda a Manolette abrir la botella de champan y a que le sirviera una copa, saborea sorbo a sorbo la burbujeante bebida mientras celebra su triunfo- Los hombres Xs empiezan a tomar, pero cuando Franchezca se dio cuenta que podían pasarse de trago, exclamó: ¡tomen con moderación!, no bajen la retaguardia-

Al siguiente día, el Embajador y cabecilla de la mafia, como nuevo socio de Francheska la vino a visitar en clandestinidad para ver como era el modus operandi de ella. Ésta pidió a sus hombres Xs que la dejaran sola con el Embajador. Lo hizo pasar a un cómodo salón donde ella planificaba sus operaciones, y al momento de quedar solos, él rió de buena gana al ver a Francheska con el antifaz y la ametralladora terciada en sus hombros, y le dijo: con razón tus hombres te temen, eres de arma a tomar. Bueno, ¿por qué crees que tengo mi imperio? a fuerza de mano dura. Ahora hablemos de negocio dice él, ¿qué tienes en mente? Me he enterado con mis contactos que viene un barco con un cargamento de hierbas, le dice ella. Oye! te me estás adelantando, le dice él. Pero de que te quejas si somos socios y vamos a operar juntos, es verdad le dice éste, pero en esta oportunidad vas actuar tu sola con tus hombres y algunos de los míos, porque tengo una reunión de suma importancia en la embajada y no puedo faltar. No te preocupes le dice ella, yo opero desde aquí, le doy órdenes a mis hombres Xs y ellos saben lo que tienen que hacer.

Se despidieron con un beso en las mejillas… seguidamente Francheska reunió a sus hombres Xs y les explicó lo que tenían que hacer, éstos obedecieron la orden y esperaron que la noche se vistiera con el manto de la oscuridad para actuar. Saquearon el barco y no dejaron ni rastro de la fulana hierba.

Todo el cargamento lo llevaron a la fortaleza secreta del Embajador con mucho cuidado y sin levantar ningún tipo de sospecha, ellos eran unos expertos en borrar evidencias.

Continúa…