Y yo que pensé que me habías visto! Es por eso que lloro, no es que esté triste ni que tenga el corazón roto, que cursilería! Es que pensé, de veras lo sentí, que de alguna manera me habías visto. Talvez fue por la forma como me abrazaste cuando nos despedimos hace tres noches, por la forma como sonreíste ayer, por que había algo cálido y familiar en tu voz de otros dias. Las personas miran... yo miro la mayor parte de las veces, no las culpo, pero algunas pocas ven. Yo también a veces veo. Y se siente tan tibio, tan acogedor cuando me ven y yo veo! Es como si los ojos adquirieran una inteligencia extraña... y uno comienza a interpretarlo todo, cada gesto, cada sobresalto, cada movimiento de la mano, con una intimidad que no se sabe bien de donde viene. El mundo, de pronto, deja de ser una soledad en polifónico y se transforma en una complicidad a dos voces. Es por eso que lloro, por que tu siempre miras como si vieras, por que tu abrazo carece de significados, por que esa sonrisa tuya es la de todos los dias, por que tu voz es familiar y cálida incluso cuando habla de fútbol... bueno, eso no es cierto, tu nunca hablas de futbol. En fin, que estas cosas pasan, uno no está a salvo de las mentiras de nadie, mucho menos cuando vienen de uno mismo. El asunto... siempre hay un asunto... es que este llanto de ahora me viene de más adentro, no de mi soledad ni de mi decepción, sino de mi duda. Como puedo ahora confiar en mi y en mis instintos?
Ella se mira en el espejo los ojos enrojecidos, los párpados hinchados, el rostro como ardiendo. Se lava con agua fria, con las manos mojadas repasa su cabello. Sabe que tiene que volver, que la esperan, que aún quedan varias horas antes del refugio de su casa vacía. Recompone su apariencia lo mejor que puede y abandona el baño con una sonrisa cansada. Estás bien?, le preguntan, te estás sintiendo mejor?, y te vienen así esos ataques de migraña? Si, si, si. Talvez sea mejor si te tomas unos minutos. Si, un tiempo de relax y un buen té de camomila. Desciende las escaleras lentamente, la mano realmente apoyada en la varanda, cuando lo ve subir. Se encuentran y ella todavía sonrie con cansancio. Quieres que te acompañe a la cocina, te puedo ayudar en algo? No, eres muy amable pero no es necesario, ya me estoy sintiendo mejor. Ella continua su camino, su cuerpo todo apoyado en la varanda. El la observa, una mujer serena y distante que va por una taza de té, en tanto recuerda, con algo que se parece al duelo, como creyó que la alcanzaba, como pensó que lograba conmoverla cuando quiso abrazarla de veras tres noches atrás.