Entre el fuego y la niebla hay esta la coordillera, dejo atras caminos polvorientos y la agreste selva, aguas que serpenteando van cuesta abajo por las costillas de la tierra, dibujando el valle del Combeima un abanico de parches por donde el agua juega y juega entre canales y cultivos de una planicie exuberante.

Dejo atras el frailejon recogiendo gota a gota su despensa de la niebla y auque el frio me matase el encuentro con las nieves inmaculadas de una cumbre ya no tan perpetua paga el precio del castigo; una grande ave que vuela y me alegra, de surcar aquellos vientos cual si fuera dueña de los aires alma de los aires, que me congelan y al horizonte escaparse para ir a anidarse en las escarpadas piedras donde solo el eco de los cantos del pijao aun resuenan...