Breve sinopsis del M-19
Por Ricardo Tejeiro
Sin duda alguna la guerrilla del M-19 marcó una época y una forma de hacer insurrección en Colombia. En la familia de los grupos subversivos colombianos, el M-19 fue el más inteligente de todos.
Hijo del frente nacional y de lo fraudes electorales, el M-19, nos recuerda que hacer insurrección inteligente es posible, y desde sus primeras acciones hasta el final nunca se desvió de su línea política e ideológica.
Hasta hace unos días lo único que recordaba del M-19 era lo que de mi infancia tenía, el bigote de Pizarro y el particular acento de Navarro Wolf. Después de una investigación mi concepción del M-19 cambió.
Nacida en el año de 1974, el último año de gobierno de Misael Pastrana, y bajo la frase de “Bolívar, tu espada vuelve a la lucha”, centro sus acciones en dos ejes.
El primer eje es el propagandístico. Centrado bajo el precepto de llevar las acciones guerrilleras a la ciudad; era imperativo hacer de estas acciones, hechos de trascendencia pública.
El robo de la espada de Bolívar no fue un hecho aislado, perteneció a una maquinaria ajustada en este eje; precedida por la aparición de avisos publicitarios en El Tiempo rematados por el famoso “Hoy llega M-19”. Días después en la Quinta de San Pedro Alejandrino terminaron está primera ola de acciones con la frase: la espada de Bolívar vengará a sus hermanos muertos en las bananeras.
El otro eje ideológico-político era el marco de sus acciones. Cada vez que el M-19 hacía algo entregaba un boletín o un comunicado explicando sus motivaciones políticas.
Llamadas conferencias, los boletines políticos del M-19 exponían las razones de la acción subversiva, traducidas en necesidades sociales que los guerrilleros creían justas.
Los primeros ingresos económicos del M-19 vinieron de operativos conjuntos con las FARC; situación que se presentó debido a los contactos de Jaime Bateman, jefe del M-19. Luego incluyeron exigencias económicas durante sus acciones.
Sin detenernos en la actividad económica del M-19, y para comprobar que el grupo preservó sus lineamientos; es preciso referirnos a su última acción denominada “operación Antonio Nariño por los derechos humanos”, mejor dicho, la toma del Palacio de justicia.
La toma del palacio, fue la última acción que aunque terminó en tragedia, conservó la aplicación de los dos enfoques (propagandístico y político), y además fue la que más contenido de estos ejes tenía.
La muerte del M-19 (como movimiento guerrillero) a principios de los noventa coincide con la caída de la Unión Soviética, y con el fortalecimiento económico de los grupos insurgentes a través del secuestro en masa, y el narcotráfico.
Estos hechos demuestran el carácter inteligente del M-19, ya que antes de traicionar su identidad, renunciaron a la lucha armada para continuar desde la política la batalla contra la injusticia social.
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