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Inicio / Cuenteros Locales / vejete_rockero-48 / Aquel adonis de las fiestas de los 80´s

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Si hay algo que recuerdo muy bien de René Veritas, es lo mucho que se demoraba en salir de su casa cuando pasábamos a buscarlo para ir al colegio; todos quienes lo conocíamos sabíamos de su excesiva egolatría con rasgos casi congénitos. Él podía pasar horas admirándose frente al espejo, arreglando con excesivo esmero el uniforme escolar, o el peinando de su cabello.
Era René veritas un joven apuesto, alto y delgado, con un cuerpo quizás algo lozano, pero con músculos bien formados. Siempre vistió lo último que dictaba la moda chilena; pues su padre trabajaba como tripulante en una barco pesquero; y quienes laboraban en el océano pacifico disfrutaban de un excelente pasar económico. Por todo esto, siempre lucía vistosas marcas deportivas lideres en tendencias mundiales.
No hay que negar que también era extremadamente atractivo, poseía finos rasgos faciales, y por ello las mujeres de todas las edades volteaban al verlo pasar; él por su parte (como decimos aquí en Chile) se dejaba querer.
En la década de los ochenta, nuestro mutuo amigo, Lucho Pizarro (quién fuese su compañero de aventuras), acostumbraba los días sábados a realizar fiestas en el garaje de la casa de sus padres, allí fue donde lo vi por primera vez.
Un puñado de amigos y amigas, acostumbrábamos a asistir a dichas reuniones para pasar buen rato, ya sea bebiendo cervezas, bailando o simplemente conversando de música. Recuerdo muy bien la noche en que nuestros caminos se cruzaron por primera vez. René Veritas estaba a un costado de Lucho Pizarro; ambos danzaban alegres los ritmos de moda; y mientras bailaba creaban espontáneas coreografías que practicaban hasta la perfección. Era un par de amigos inseparables que no pasaba desapercibido, y a su vez eran muy apuestos, por ende constantemente apetecidos por las féminas. Y como un buen galán, René Veritas terminaba besuqueándose con la doncella más hermosa de las fiestas organizadas por Lucho Pizarro; regularmente era alguna acompañante que alguien había invitado, y sin saberlo se transformaría en la nueva "victima" de los besuqueos de fin de semana de René Veritas.
Nunca fuimos grandes amigos, pero suelo recordarlo con cariño.


El estruendo causado por los cinco disparos despertaron a todas las personas del edificio; para ser francos, esperábamos una acción de esta magnitud, pues era de público conocimiento que en el departamento número tres (ubicado en la planta baja del edificio), eran recurrentes las transacciones de droga.
Bajé rápidamente por las escaleras; Juliano mi hermano mayor (y con quién comparto la vivienda desde el rompimiento de mi matrimonio), aún no regresa a casa. No quisiera que se viese involucrado por mera casualidad en un problema de terceros.
Al llegar a la recepción, observo un inerte cuerpo todo cubierto de sangre, el desdichado se encuentra tendido de espaldas cerca de la entrada al condominio, y aún mantiene en su mano derecha lo que pareciera ser un humeante revolver.
_Si no lo mataba una bala, seguramente lo haría el sobrepeso_ Pienso en voz alta, al ver que es un hombre con una excesiva obesidad con ribetes casi mórbidos.
Su cabeza yace sobre las baldosas ensangrentadas, y la aun tibia sangre tiñe de carmesí algunos escasos mechones de cabello con los cuales el finado trataba de ocultar una eminente y brillante calva. Me llama poderosamente la atención que solo tenga puesta una sandalia, y aún cuando busqué la otra con la mirada, no pude dar con ella, seguramente la extravío al tratar de escapar.
Comenzaba a caminar alejándome del suceso cuando a unos metros de la puerta de entrada vi su porta documentos; tal vez la billetera salió expulsada cuando su grasiento cuerpo cayó fuertemente al piso. Acercándome con sigilo logro ver entre los papeles la cédula que indica su identidad. "René Veritas" dice el documento.
_ No puede ser... ¡Te conocí cuando eramos jovenes! ... _ Digo con profunda tristeza contemplando el malogrado cuerpo de quien fuese el mejor amigo de Lucho Pizarro_ ¿Que pasó cumpa?... ¿Donde extraviaste el glamour?... _ Los recuerdos de las fiestas de juventud regresan desde mi pasado cuando a los lejos escucho las sirenas de los vehículos de emergencia; igual como cuando pasa en las películas de policías.




Texto agregado el 02-10-2018, y leído por 114 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
08-10-2018 Es un buen testimonio de las vueltas que da el destino. Aquél que brillaba y era objeto de deseo de mujeres y -porqué no- de hombres también casi siempre tienen un final poco feliz. Ya sea porque los ncuentre una bala o se transformen en Dorian Gray. Es ameno y hasta me parecía palpar , según cuentas. la livido (sin acento) que movilizaba en su juventud. Cariños. Marthalicia
08-10-2018 Aww.. no todos tienen la misma suerte en la ruleta genética!!.. Un abrazo Vejete sheisan
03-10-2018 Muy pero muy buenooooooooooo fabiandemaza
03-10-2018 Excelentemente narrado y abordar un tema sumamente interesante. Hay que procurar cuidarse un poco, aunque sea por salud ***** grilo
03-10-2018 Imaginé el desenlace hermano, con todo siempre es de lamentar una muerte. Cinco aullidos adelgazados yar-
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