Sobre mi piel aún corren atrevidas tus caricias,
derrapan sin sostén sobre la herida abierta,
castigan sin piedad, y se depositan sobre mi agonía de tiempo.
Y el placer que no decae, sino que fluye
sin poder dejar de sentir tus labios
en mi piel, estoy
tratando de hallarte porque la soledad es tan cruel
que al desfallecer se impregnan de sudor mis carnes.
Tu huella es muy profunda al querer borrarla
solo lastima más mi llaga ardiente, y tú estás, no te vas,
me hieres sin razón, sin esperanza, voy mutilada, sin fuerzas
abrazada al recuerdo palpitante de aquellos días.
Voy sin rumbo, como una marioneta golpeada por el viento,
sobre tus pasos desiertos que nunca más alcanzare.
Voy sin más luz, que el oscuro tormento de saber
que no recuerdas, ni sientes como ayer este amor,
desgajándose de rabia y dolor, te maldigo… con un beso,
que te atravesará el corazón quedándose allí, mi huella.
Tus manos ásperas, buscaran arrancarme de tu corazón
salvaje, pero el calor volcánico de ese beso brutal
crujirá, como llamas ardientes, dejándote incandescente,
brillando junto a mi memoria descarnada y audaz.
Sobre tus sueños creciendo como arbustos sobre las piedras,
ligándose a tu piel escarlata, floreciendo muy dulcemente,
como un mustio amanecer perdido en brazos de la noche,
así viaja mi beso, enlazado al destino, invadiendo tu alma.
ALESSANDRINI MARÍA DEL ROSARIO
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