Aquí estoy frente al espejo acomodando mi corbata, me encuentro debidamente peinado y perfumado con el aroma que tanto te gusta, aquel que te anunciaba mi llegada y esbozaba una sonrisa en tu rostro, no recuerdo la última vez que use este traje, creo que fue en aquella fiesta en el gran salón donde bailamos sin parar y disfrutamos como locos ante las miradas juzgantes de la gente, traigo puestos los zapatos de charol que me regalaste aquel cumpleaños que pasamos en la playa, donde no dejabas de tomar fotos con tu cámara nueva, como reíamos como disfrutamos como viajamos.
Sin embargo ahora la habitación se encuentra vacía, se percibe que algo falta, el rostro que refleja el espejo se encuentra cansado y un poco más viejo, y el mal humor se apodera lentamente de mi, únicamente quedan vivas las remembranzas y recuerdos de nuestros momentos, de esos que no se pueden plasmar en una fotografía, de esa conexión que solamente tu y yo sentíamos, de las sonrisas de complicidad y del entendimiento sin palabras y es así como mediante los recuerdos trato de seguir adelante.
Lentamente bajo las escaleras de lo que llamábamos hogar, y que hoy únicamente veo cuatro paredes que me asfixian y cada rincón me recuerda a ti, me encuentro elegantemente vestido como si asistiera a una elegante fiesta sin embargo tu féretro me espera al final de aquella vieja iglesia que está en el cementerio, recuerdo haberte dicho muchas cosas que quería que hicieras cuando falleciera porque todo el tiempo pensé que yo me iría primero, pero ahora que me encuentro en esta posición no sé cómo actuar, que hacer, quisiera que estuvieras aquí apretando mi mano y dirigiéndome con tu elegante protocolo, mi rostro es serio pero por dentro lloro como un niño.
Lanzo este puño de tierra a tu ataúd, enojado con la vida, sin lograr entender porque tuviste que ser tu, pero nadie entiende la manera en que funciona el universo, tal vez tu misión de vida ya había sido completada pero me hubieras llevado contigo por que cuando tu falleciste mi mundo murió contigo, me encuentro extraviado, se que esto no es un adiós y se que pronto te volveré a ver, pero me duele tu partida y los días son lentos hasta que nos volvamos a encontrar.
José Miguel Torres
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