FOGONAZO
Ronny conduce al mejor estilo de Rápido y Furioso.
Acaba de robar el restaurante de Tony Maldini, un siciliano con ínfulas de Al Capone, y el golpe ha salido perfecto.
O mejor dicho ... casi.
Su hermano Nico, quien va sentado a su lado en la silla del pasajero, no tiene buen aspecto. Está pálido y la presión que ejercen sus manos sobre la herida de bala no es suficiente para contener la sangre. Cada vez sale más. Al principio era un hilo fino y ahora es un grifo abierto.
Ronny acelera, sabe adonde ir. A la casa de la negra Tomasa. Su antigua empleada ejerce ahora como enfermera en un hospital de un barrio en el que las heridas de bala son pan de cada día.
- Dale la plata la negra y piérdete de aquí – le dice Nico con dificultad, sacando fuerzas de donde no le quedan.
Ronny le dice que todo va a salir bien.
Con los ojos encharcados le pide que aguante un poquito, que resista, que los guerreros como él se levantan y lo hacen para golpear más fuerte.
Ronny no cree en sus propias palabras. Sabe que su hermano se está desangrando y que no va a llegar a tiempo a casa de la negra.
Decide bajarle al acelerador y detenerse en la orilla de la carretera.
Prefiere pasar los últimos minutos que le quedan abrazándolo, poniendo en la casetera su canción preferida y mintiéndole acerca de gastar juntos el botín en una playa del Caribe.
Antes de terminar la canción, Nico contrae involuntariamente los músculos del rostro dibujando una última sonrisa.
Ronny baja del auto y vomita lo poco que tiene en el estómago.
Maldice en voz alta a Tony Maldini.
Jura que va a multiplicarle por diez el dolor que le quema el pecho.
"Te voy a enterrar un destornillador en tu puta alma", grita.
Ingresa al auto y arranca a toda velocidad a casa de la negra. Repite la canción que tocaba Nico todas las noches en la terraza de su casa mientras se tomaba unos tragos de whisky barato y se fumaba un porro de marihuana que él mismo cultivaba en su propia casa.
Era una variante en español de "Beat on the brat" de los Ramones con la que solía burlarse de su hermano menor. "Dale en la jeta, a este marica, con una raqueta".
Una noche Ronny llevó a la terraza una vieja reproductora que algún día perteneció a su papá y grabó a su hermano mientras tocaba su canción.
Desde entonces no dejaba de escucharla cada vez que tomaba su auto.
Ronny baja la velocidad al llegar a la casa de la negra Tomasa.
Maldice su suerte.
Nico era la única persona que tenía en su vida, el único en quien podía confiar. Bueno, y también la negra. Esa muchachita linda que sus padres emplearon en su casa para cuidarlos mientras ellos se daban la gran vida en cruceros por el Caribe y largas estancias en Europa.
Sus padres nunca estuvieron presentes pero tenían a la negra. Y a Freddy, su hijo, un negrito igual a memín con quien crecieron juntos hasta que las cosas se volvieron mierda.
La mulata fue todo para ellos, era a su vez su empleada, su padre y su madre.
Y para Ronny tambien fue algo más.
A medida que fue creciendo, su cariño por Tomasa se fue transformando en algo más fuerte.
Y el sentimiento se hizo recíproco.
Las cosas se fueron a la mierda cuando Nico y Freddy abrieron la puerta que no tenían que abrir.
La imagen de la negra desnuda acomodada en cuatro con Nico detrás de ella cabalgándola como un salvaje fue demasiado para Freddy.
Nunca les perdonó aquella traición. Ni a su casi-hermano Ronny ni a su madre. Decidió irse de la casa y desde ese momento se perdió en el vicio.
No hubo poder divino que lograra traerlo de regreso. Una pandilla del barrio le abrió las puertas y desde entonces hace parte de su nueva familia.
La negra entró en depresión y no se lo perdonó a sí misma. Decidió irse también de la casa y no volver nunca más. Ronny la visitaba en el hospital que le dió trabajo como enfermera gracias a las referencias de sus padres. Se siguieron viendo durante un tiempo pero la fogosidad de los primeros días terminó por transformarse en un cariño incondicional.
Los millones de la familia se evaporaron poco después de la tragedia. Sus padres murieron en un accidente aéreo en uno de sus viajes al extranjero. La fortuna quedó en manos de Ronny, quien ya era mayor de edad.
Entre él y su hermano la derrocharon en putas, drogas y alcohol. De haber estado la negra en la casa, las cosas habríán tomado otro rumbo.
Cuando vieron que el dinero se acababa construyeron un cultivo casero de marihuana en el patio de su casa.
El resto del dinero lo invirtieron en armas y un par de motocicletas.
El negocio del cannabis les trajo buenas ganancias pero también malas companías.
Los Patos, una de las bandas que controlaba el negocio de la droga en la ciudad, administraban su negocio. Se encargaban de que la policía no se metiera con ellos, les ofrecían protección contra las pandillas del barrio y se encargaban de la distribución y venta de la mota.
Luego repartían las ganancias por partes iguales. Todo iba viento en popa hasta que un sospechoso incendio destruyó la casa y acabó con el negocio. Algunos dicen que fueron sus propios socios, otros aseguran que fue una de las pandillas que se disputaban el control de la marihuana.
Lo cierto es que a partir de ese momento quedaron otra vez solos, otra vez por su propia cuenta, igual que el día en el que la negra se fue de su casa para nunca más volver.
Sin casa, no les quedaban más que unos cuantos ahorros, sus armas y sus motocicletas, herramientas suficientes para dar un golpe aquí y otro allí para mantenerse a flote.
Primero fue el atraco al supermercado, luego a la Iglesia de los Testigos de Jehová y así hasta terminar con el desafortunado golpe a la pizzería de Antonio Maldini.
Todo salió mal.
Fue, a diferencia de sus trabajos precedentes, un golpe con mala planificación, torpe, donde no se tomaron las mínimas precauciones.
Y el resultado fue una herida de bala en el estómago de su hermano.
Ronny piensa en todo esto mientras se dirige a la vivienda de la negra Tomasa. La idea es darle parte del botín y esconderse allí unos días.
Debe encontrar un lugar para enterrar a su hermano y esperar a que las cosas se enfríen un poco.
Reduce la velocidad al acercarse a su destino.
Al llegar le da un beso al cuerpo inerte de Nico, desciende del auto y camina hacia la puerta con un maletín repleto de billetes.
Tiene las llaves de la casa pero toca el timbre.
Al no recibir respuesta, abre la puerta y se dirige a la sala. Deja el maletín sobre el sofá y camina hacia la cocina. Saca una cerveza fría del refrigerador y regresa a la sala.
Se queda de una sola pieza al ver a Freddy sentado sobre el sofá, con el maletín sobre sus piernas, una mirada de odio y una pistola apuntándole a la cabeza.
- Eres muy predecible hermanito. Siempre metiéndote entre las faldas de mi mamá.
Muchas cosas pasan por la cabeza de Ronny. La primera es la imagen de Fredy abriendo la puerta de la habitación para sorprender a su madre teniendo sexo con quien consideraba su hermano.
Quiere decirle que no tiene porqué haber resentimientos, que las cosas se pueden arreglar, que se puede quedar con la mitad del dinero y dejar las cosas como amigos.
Pero antes de que pueda pronunciar palabra Freddy se le adelanta.
Siente algo frío y a la vez caliente en su cabeza.
Siente que se desploma en cámara lenta.
Tiene los ojos abiertos pero no puede ver nada de eso que lo rodea.
Se ve a sí mismo subiendo por las escaleras de su antigua casa en dirección a la terraza.
Toma la guitarra y se sienta al lado de su hermano.
Juntos cantan una canción que se hace cada vez más tenue hasta convertirse en un silencio total. |