Estoy en un bar y suenan Los Piojos de fondo, me amargan un poco más el café. Nunca me gustó esa banda. Por suerte aparece tu sonrisa en la otra silla; y qué sonrisa. No es una sonrisa como las demás. Se hace enorme y se cuela entre los libros y las medialunas. Muerdo una y es como si mordiera tu labio. En realidad nunca te mordí ni te di un beso, pero sí lo imaginé. Estoy segura que tu beso sabe a medialuna, calentita, recién salida del horno.
El café ya no está amargo, sabe a río. El mar es muy poético pero no es rico, en cambio el río tiene la dulzura del litoral en primavera. Pareciera que mi boca tiene peces, inquietos, como a punto de ir a una fiesta.
Sí, en el río hay fiesta. Los peces son más rebeldes, sin tantas pretensiones. Son como vos y yo . Nadan entre palometas y esquivan los anzuelos como nosotros esquivamos esta distancia que no lastima sino que nos arrima hasta la orilla. La orilla que nos espera.