Sí, a veces me pierdo en esas locuras mías que no sé si a todos ustedes también les suceden de vez en cuando. Por azares del destino, me sumergí en el silencio y, con demasiado tiempo libre, comencé a escuchar a Fito Páez. Lentamente, porque así suelo ser en muchas cosas, me dejé llevar por su piano y me transporté al amor inocente de los niños, a la melancolía de la juventud, y a los problemas del adulto, los paisajes, y hasta esos amores que fueron, que son y que quisiera que volvieran a ser. Pero la vida no es como la imaginamos, y eso sucede porque no entendemos muchas cosas. Vivimos manipulados por todos lados, qué manera de coexistir.
Cada canción me llevaba a momentos que incluso yo he vivido, y más de una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Es maravilloso y mágico cómo funciona la memoria. Me gusta tanto ser humano, con sus pros y sus contras, y más aún adoro haber logrado liberarme de que me adoctrinaran con dogmas. Me felicito por pensar por mí mismo y estar libre de toda esa basura de religión, sabiendo que fuimos formados del polvo de estrellas que explotaron hace millones de años. Pero ya lo entendí hace mucho; ustedes no tienen ánimo de entender nada de eso, aunque se los recomiendo, encontrarán cosas que les harán ver a la gente, al sistema y a sí mismos como realmente son.
No me queda mucho tiempo, así que disfruto cada momento que tengo para dormir, ¡qué enorme placer! Esta música tiene algo que entender, porque la verdad es que si le quitas la música a uno de esos reggaetoneros, es como escuchar a un violador declarando en la fiscalía.
He vagado un poco, eso te da, en cierto modo, otra visión. Recorrer otras calles, otras mentalidades, otras culturas, otras sociedades, te ayuda a entender que, a pesar de que somos "iguales", somos muy distintos. Nuestra educación nos moldea hasta que morimos.
Fito me llevó desde alguna infidelidad al vacío en plena actitud de deseo, a unos ojos que me decían verdades y a unos besos que me mentían, a escapar por percusión a unos brazos en los que encajaba perfectamente. Pero la rabia del irresponsable y el boleto de tren en dos días, cuando mi cartera solo la llenaban mis credenciales, una libretita barata con un revoltijo de números y dos pesos medio arrugados, me devolvieron al miedo solitario de la realidad. Pero es solo una cuestión de actitud, "no tenerlo nada y tenerlo todo". Me fui, como me sigo yendo, aunque sé que siempre quise quedarme. En la otra parte de esa vida, obviamente también me quedé en la vereda de enfrente, viendo cómo una cartita escrita a mano me hacía sentir ese maldito nudo en la garganta. Y aunque hice lo que pude por no llorar, lloré y quise tantas veces rogar, pero en algún capítulo de un libro que ya olvidé entendí que es peor si caes en la vulnerabilidad porque a una mujer no le afectan esas cosas, y si ya se quiere ir es porque hace rato que se fue. No es justo darles la oportunidad de convertirte en un estropajo de emociones, dolores tirados en una esquina como vil veneno que ya caducó.
Tantas veces, Fito, me tragué el fracaso que vi al principio, pero me fui arraigando por satisfacción y arranques muertos que, al fin y al cabo, han hecho de mí lo que quien se atreve a conocerme, ojalá entendiera.
No sé si será el comienzo del otoño y ese mágico cambio de colores a mi alrededor que me están, de algún estúpido modo, estacionando en otra etapa de mis letras, o será que he dejado de leer y he comenzado, más que nunca, a recordar. Debo decir que Fito es como Sabina, o Charly, y hasta Spinetta, quedándote por un mes con el Indio Solari y si te vas más a la adolescencia, el popular Miguel Mateos, Miki Gonzáles, Los Prisioneros, Los Abuelos de la Nada, Git, Virus, Los Violadores, V8, Sumo, Los Twist, Suéter y tantos otros que olvido.
Uff, cuánta música hoy olvidada que marcó muchas de nuestras vidas, (los de mi generación) cuando la música era eso, música, letras, vivencias. El otoño forma, crea, cambia, influye en mí y nunca he querido averiguar por qué, quizá sea solo una simple manía mía, de esas que colecciono tal cual fracasos emocionales y soledad, son estratagemas para continuar estancado en quien soy.
Yo también tengo la utopía de un mundo no mejor, pero sí distinto, Fito, pero no sé qué nos pasa, la historia me cuenta que siempre ha sido así, lo que ha cambiado simplemente ha sido que hoy sabemos más, pero seguimos tropezando con nuestra naturaleza mezquina de dominar con mentiras, porque nos gusta que nos mientan, nos encanta que nos mientan y también mentirnos. |