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¿Destino?.

Qué mañana tan larga!! La hora parece detenerse y no avanzar!!
Pensaba Javier que se encontraba en la oficina sin ningún trabajo que hacer y más aburrido que una ostra hasta que de pronto, alrededor de las doce y media, justo cuando estaba por calentar su almuerzo y sentarse a disfrutar de una milanesa con muchas papas fritas, alguien toca el timbre y piensa que no tiene más remedio que atender, cerraban a las trece pero como había estado tan tranquilo, cero clientes, pensó que podía adelantar el almuerzo, tenía hambre, el desayuno no le alcanzaba nunca.
Abrió la puerta del negocio al ver a una mujer que a él le pareció hermosa aunque en realidad sólo podía verla de costado, muy bien vestida con un traje sastre y una capa negra. Ni bien lo hizo, se le cayó el alma a los pies, la perfecta dama tenía bajo su capa un revólver escondido.
Ni bien entró el ladrón, cerró la puerta y la trancó, sabía muy bien cuál era su objetivo, la caja con el dinero del día. Javier quiso tocar el botón de pánico pero era tal el pánico que él mismo tenía que le fue imposible.
Luego de eso ya no vio ni sintió nada, cuatro días después se despierta en un sanatorio, rodeado de doctores y enfermeras que inútilmente trataban de volverlo a la vida, no es que estuviera muerto pero no se despertaba.
Al hacerlo, los médicos prontamente lo atendieron y comenzaron las preguntas por ambos lados, Javier no recordaba nada de lo ocurrido y sólo preguntaba qué hacía allí.
Pronto se supo que Javier no se reconocía a sí mismo, no recordaba su nombre ni quién era.
Los médicos le dijeron todo lo que quería saber y que esperara que en unos días le regresaría la memoria, que no se preocupara que estaba bien atendido.
Pronto llegó su madre, su novia y sus hermanos pero a pesar de las bromas de éstos, no logró reconocerlos, su novia estaba muy triste no era el mismo de antes.
También estaban los compañeros de trabajo quienes le contaron con lujo de detalles lo ocurrido y de cómo había terminado todo, la ladrona lo golpeó en la cabeza por eso estaba inconsciente pero no había podido robarles nada debido a que en ese momento el guardia de seguridad al percatarse de lo que estaba ocurriendo llamó a una patrulla y aunque no lograron detenerla, por lo menos habían evitado el robo.
A Javier en este momento no le preocupaba la ladrona, sólo quería saber quién era él mismo.
Tres días después fue dado de alta, volvió a su casa sin conocer a nadie y esto lo hacía sentir muy mal. Al llegar a su casa se encerró en su dormitorio y comenzó a revisar todo como si él mismo fuera un ladrón pero todo fue inútil, ni en su computadora que hasta había olvidado cómo usarla ni entre sus cosas, era como si jamás hubiera existido.
Y los días siguieron pasando y Javier ya no era el muchacho alegre de antes, quería, necesitaba saber quién era, ya no podía trabajar ni estudiar y ni siquiera novia que al ver que ni la reconocía lo dejó.
Cierto día le dijo a su madre que saldría a recorrer un poco el barrio pero lo que en realidad quería era ir a una adivina, había visto el aviso por televisión de una supuesta ¡Adivina! Y a pesar de que ni sabía lo que decirle, se bue a buscarla.
La mujer lo hizo pasar y luego de cobrarle le pidió que se sentara frente a una bola de cristal bastante grande y comenzó a mirarlo.
De pronto la “bola” se tornó de color púrpura, la “adivina” se puso algo inquieta y le dijo que mejor se retiraba que ella no podía ayudarlo.
Le devolvió el dinero y Javier se marchó con más dudas que antes y tan nervioso estaba que salió corriendo sin mirar y al cruzar la calle la vio, era la ladrona vestida igual, aquella cara no la había olvidado, es decir, sí la olvidó pero volvió a su memoria al verla, el muchacho corrió para ver si podía alcanzarla, la ladrona que en realidad no había robado nada más que su memoria pero con tanta mala suerte que un camión que venía en sentido contrario no pudo detener la marcha y Javier voló por los aires cayendo justamente sobre el “la ladrón de memoria” como él la llamó matándose , la gente corría para ver si podían ayudarlo pero todo fue inútil, Javier había fallecido.
Entre la multitud un hombre y una mujer hablaban muy asustados:
___Te dije que dejaras de leer en esa bola, mira lo que pasó…
___Te juro que es verdad, vi la muerte junto al muchacho por eso le devolví el dinero.
___¿Cómo sabes que era la muerte?
___Porque la bola jamás había cambiado de color además ahora lo sé, acabo de verla junto al muchacho.
___Yo no vi nada!
___No importa, yo si la vi y desde hoy dejo de ser la “adivina”, lo juro, no quiero volver a verla.
Al día siguiente en el periódico se leía lo siguiente:
Joven muere atropellado por camión, a pesar de que todos juran que eran dos las personas que murieron bajo las ruedas del vehículo, sólo apareció una, un muchacho que según el camionero cruzó corriendo y jura que vio una mujer de capa negra pero nunca apareció.
Omenia.

Texto agregado el 26-09-2018, y leído por 128 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
27-09-2018 buenísimo Ome. Felicitaciones! sheisan
27-09-2018 Me encantan tus historias, Ome querida!!! MujerDiosa
26-09-2018 Vaya que destino el de tu personaje, primero le roban la memoria y después la vida. Gracias por compartirlo, Ome. Abrazos y rosas para ti. sendero
26-09-2018 ¿Destino? Puede ser, aunque se puede interpretar como casualidad o también causalidad. vicenterreramarquez
26-09-2018 Muy buen cuento, sabes tener a tu lector en ascuas y el broche final siempre es inesperado. Felicitaciones ***** sensaciones
26-09-2018 La muerte se presentará tarde o temprano. Curiosa firma en que la presentaste. Cinco aullidos muy vivos yar-
 
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