Lujuriosa inquietud,
crece precariamente
en el estrecho espacio
de mi tiempo,
entre los besos tibios,
empapados e inquietos
y los perros hambrientos
del deseo que ampara,
millones de caricias imaginadas
asesinando el miedo.
Una mano que extrae
escencia de mis huesos
y devora manzanas
de oro y plata,
en el sueño profundo
en donde me alimento,
de su espeso tesoro,
dulce umbral transparente
en el que yo me pierdo
y me ahogo en la magia
Que me abraza,
Cuando te pienso

y me ahogo en la huella,
que abandona
sobre mi blanco cuerpo
y solo el corazón acelerado
me recuerda que hay vida
en otro cielo

en el suave interior
de sus senderos,
martirio venturoso
como piedra,
recogiendo mis restos,
irreversiblemente entrelazados
Que se duermen
En los jardines de mi musa,