Rebelión de astucia, de nunca poder, de siempre soñar.
Vanguardia rota, similitud asustada; tirria inerte, gorgoteo natural.
¡Qué fácil! ¡Qué extraño! ¡Qué pocos andamos silentes por este valle
de falsa
neutralidad!
¡Y el intempestivo canto!
¿Y la simple noche de un valle?
Corroídos todos, bienvenidos por gaviota
o por mármol a lo lejos.
Invertiré mi tiempo
en rehuir eso
que nunca quise mostrarte.
Intentaré aparecerme
muerto,
como una nave negativa,
cual aire que es todo
en el andar.
Porque, de nubes,
asumimos
que nadie
nos pisoteará.
Porque,
de noche,
sabremos mostrarles
que todo vuelve a empezar.
Y el temple más astuto será mi ancla,
y la noche de vanguardia,
tu tempestad.
No creas que no guardo nada bajo mi guardia;
no creas que soy honesto
por amor a la verdad.
Cuando el bloque de concreto
que sustenta esas moradas
lejanas,
platónicas,
acongojadas,
sucumba,
entonces volveremos a mirar
ese horizonte añejo que,
de cierto,
vuelve a murmurar.
Este instante grotesco que,
de inevitable,
me vuelve a inundar.
¿Cómo pedirle a lo vivo
que se deje de expresar
si en nuestra pregunta, somos nosotros,
en cada caso,
él?
Esta noche tan cierta
me difama,
inflama, difunde,
profana
mi cuerpo
desde las entrañas.
Soy emergencia inmanente
de lo que no quieren ver
las mentes doradas. |