Poema
A luz abierta y ojos encendidos
No te ocultes en las sombras,
al amor no le gustan las penumbras.
Despeja los cristales, abre las cortinas,
deja que ilumine la mirada de la luna,
para que entre la cama en el espejo,
y la noche vea cómo hacemos el amor.
Tu cuerpo es bello, no lo ocultes,
quita la sábana que cubre tus encantos,
tu figura es deleite de cámaras y artistas
dale a mis ojos el placer de contemplarte.
Permite que el aire de mi cuarto te acaricie,
no impidas a mis manos codiciosas
palpar y acariciar el terciopelo de tu piel.
¡Ayyy, tu piel! ¡No escondas esa piel!
Despeja los contornos ondulantes
y muéstrame el curvado continente.
Repleta la cavidad dúctil de mis manos
con las formas redondeadas de tu pecho.
Deja que mis falanges inquietas
vaguen por tus valles temblorosos
y permite que mi boca sedienta de tu miel
busque en el diapasón tenso de tu cuello,
los puntos que al pulsarlos con mis labios
te hagan arder como hoguera de pasión.
No tengas vergüenza ni temor,
mira sin pudor mi reflejo en el espejo.
Hazle lo mismo a mi cuerpo que espera
que imites lo que hace mi deseo con el tuyo.
Mírame, mi piel es un libro de hojas vivas,
donde puedes ver años y caminos recorridos,
pero también puedes leer las letras que te cantan.
Humedece con tu boca los surcos de mi piel.
Con tus manos amasa mis músculos cansados.
Late vibra, libera tus instintos amarrados
y haz que se rebelen en tropel mis deseos contenidos.
Haz que la mirada de la luna que escudriña entre los álamos,
explote en luz y se iluminen paredes y ventanas,
para que hagamos el amor, a luz abierta y ojos encendidos.
¡Así se hace el amor, a luz abierta y ojos encendidos!
Incluido en libro: Viento de Luna
©Derechos Reservados.
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