Réquiem para un Cubo de Hielo
CONCLUSIÓN:
Ya después de pensarlo mucho, y a fuerza de insistir, después de morir si me gustaría regresar a este plano, pero si vamos a suponer que tal cosa es posible, concedamos también que se puede regresar en algo que no sea otra persona, animal, insecto o alebrije -En mis próximos regresos, sin duda me gustaría ser un humilde y pequeño cubo de hielo-, cavilaba al acariciar el vaso que contenía su bebida; -pero no puedo ser un cubito común y corriente; debo ser un cubo muy especial…-
Cualquier persona preguntaría de dónde sacó esa idea tan –en apariencia- descabellada e inusual. ¿Quién para saberlo? El piensa que una vida así de corta, si ha de acabar, debe tener sentido y ser absolutamente placentera.
-Morir desvanecido dentro de un vaso de ron, güisqui o tequila, no parece tan irracional después de todo. Es mejor que acabar derretido en el esfuerzo de conservar un pescado en buen estado, o un buen trozo de chuleta fresca en algún exhibidor de supermercado- pensaba.
Seguramente porque está hastiado del calor sofocante, le gustaría disfrutar la frescura para siempre. El terminar convertido en una granizada, o en un helado cubierto con jarabe de algún sabor; no parece mala idea tampoco. Y encima de eso, si muere refrescando la existencia de algún individuo, puede parecer hasta loable y heroico; aunque eso, realmente, no tendría nada de extraordinario.
No. No parece ser ese el tipo de existencia, o muerte en todo caso, la que le gustaría tener.
Puede ser la sensación que le causó la bailarina del table-dance de Insurgentes cuando, en turno, hizo su espectáculo de strip, hacía tan sólo unos minutos, mientras cavilaba en su húmedo retorno acariciando el vaso que contenía su bebida. Sí, eso debe de ser.
Después de escuchar su alias anunciado, en medio de un aplauso, la escultural chica hizo su aparición, de entre la oscuridad al estrado y de ahí a la pista.
La primera parte, lo de costumbre, un andar cadencioso de un lado al otro, llamando la atención de los ahí presentes, al ritmo de claves rítmicas bien definidas que enmarcaron la nostálgica ‘Brilliant Disguise’ de Bruce Springsteen, adecuada canción seleccionada por ella misma:
“...Now you play the loving woman
I'll play the faithful man
But just don't look too close
into the palm of my hand” ...
La luz en contra dejaba adivinar, entre el humo de interminables cigarros, la silueta de su cuerpo que movía en un espacio viciado por un aire ya respirado muchas veces.
“...So, when you look at me
you better look hard and look twice
Is that me baby
or just a brilliant disguise” ...
Cuando dejaron de sonar los últimos acordes, la chica ya había dejado el ambiente cabalmente preparado para el segundo acto.
Los primeras notas, suaves y erráticas de ‘La ciudad de la furia’ en su versión acústica aparecieron, las luces de la pista, así como las voces de los ahí presentes disminuyeron intensidad, todos los oídos prestaron atención a la envolvente melodía y todas las pupilas se enfocaron en la coreografía que con su cuerpo ella perfilaba.
“...Me verás volar
por la ciudad de la furia
donde nadie sabe de mi
y yo soy parte de todos” ...
En pleno trance, al compás de la música, en un extremo de la pista dejó un vaso con güisqui en las rocas, bailaba quitándose cada una de sus prendas, despacio, sin prisas ni vacilaciones, hasta quedar sin nada más puesto encima que el sudor que transpiraba.
La luz negra sobre su piel apiñonada cortaba su silueta, haciéndola, de ser posible, más atractiva y a la vez, más excitante.
“...Me veras caer
sobre terrazas desiertas
te desnudaré
por las calles azules
me refugiaré
antes que todos despierten” ...
Por la mitad de la canción, tomó de vuelta el vaso de vidrio cortado, sacó uno de los fríos cubos con los dedos y con él, delicadamente, acarició su cuerpo. Lo fue deslizando poco a poco hasta que acabó con un par de gotas entre los dedos. Uno a uno fue corriendo la misma suerte, sin embargo, la chica había reservado una sorpresa para el acto final.
“...Me dejarás dormir al amanecer
entre tus piernas
sabrás ocultarme bien y desaparecer
entre la niebla” ...
Recargada en el tubo, comenzó con su frente, una gota de agua pronto se confundió con el sudor, después, pasó el hielo por la comisura de su boca semiabierta, de ahí pasó a su boca que con el frío acentuaba su carmín, tocó el hielo con la punta de su lengua, un salto al mentón y de ahí, lo pasó por el largo de su cuello, lo deslizó poco a poco sobre su pecho, uno a uno y con cadencia acarició sus senos en forma circular hasta llegar aquél trocito de hielo a sus pequeños pezones que reaccionaron erguidos y desafiantes al momento; mientras lo miraba fijamente a los ojos.
Se acercó un poco más, y frente a él, sin apartarle la vista, abrió poco a poco sus largas piernas mientras el cubito de hielo resbalaba pausadamente, de entre sus senos, a través de un torso plano hasta el ombligo, donde fue recibido por un diminuto piercing en forma de mariposa, donde hizo, al fin, una húmeda pausa.
Finalmente, con mucho cuidado, con dos dedos tomó lo que quedaba del afortunado hielito entre sus dedos bajándolo un poco más, mientras él la miraba enajenado, en un ademán felino, el resto se consumió entre sus piernas, dejando solo una gota que logró avanzar hasta su pie.
Él nunca supo exactamente cuánto duró la agonía del cubo. Lo que sí sabe es que, sin duda, le gustaría ser dueño de esa misma muerte, una vez, otra vez …y otra vez. |