Era el fin, cuando una esperanza se muere sólo hay que guardar silencio y dejar que se precipite el dolor, el maldito dolor que siempre está en el fondo del corazón tratando de asomarse.

Ya no podía quererte Agustín, pensaba en ir a buscarte en cualquier calle, en cualquier bar, en la austeridad de los rostros anónimos, pensaba en que me salvaras a tiempo pero vos nunca te habías acordado de mí. Sólo fui una "casualidad" en tu vida mientras que vos para mí fuiste lo mejor que me pasó en estos años de oscuridad.

Ahora comprendía todo porque la tristeza hacia más clara la verdad, nunca me ibas a buscar porque los silencios que me diste tenían un nombre de mujer, la mujer y compañera de tu vida amorosa mientras que yo sólo fui una insignificante casualidad en tu maldita vida, que rápidamente echarías al olvido.

Vos tenías un amor pero yo no tenía nada (me tenía a mi misma desde que me escupieron en este patético mundo), pero aún así ¡siempre estuviste ahí!, latiendo con fuerza en mi corazón, calentando con tu ser la basura blanca de mis manos, te guardaba en mis pensamientos, te llevaba en mis días y noches, te hallaba en las deshoras que atravesaban mi mente, en la orfandad de mi boca, en la inversión de mis ojos hacia adentro y en el vuelo de mis sueños ¡pero no!, nunca estarías en mi realidad porque tus manos tocaban otras manos, porque tu boca besaba otra piel, porque en tus sueños no cabía mi recuerdo, porque tu sonrisa hacia más leve las nostalgias de otras personas, siempre lejanos y a punto de colapsar.

La lluvia de este domingo se familiariza con la determinación de mis lágrimas, el dolor hace fuerte mi ser mientras que la esperanza, la espera en vano y la culpa de estos meses atrás fueron debilitando cada parte de mi humanidad, el amor nos vuelve asquerosamente frágiles.

El frío entra cuando el alma duele porque está rota, porque está abierta y desangrando. Tus silencios se revelaron ante la inocencia de mi amor que no tenía escudo ante la fatalidad que trae consigo el desamor.

Espero no encontrarte nunca más en mi vida, no volverás a saber de mí, no habrá redención con este presente ni con el pasado. Hoy tengo que comenzar de cero, retomar una vida que me da asco, personas que repiten los mismos mecanismos de amor y socialización desde que el mundo halló, vanamente, su razón de ser. Hoy he tirado el corazón contra el espejo que reflejaba la desintegración de mi alma, y todo se ha evaporado con la decepción que se sienta a fumar a mi lado.

Hubiera bastado con que fueras sincero conmigo, un buen gesto de tu parte, esperaba la verdad, ¡tu verdad! pero tuve que descubrir el origen de tus silencios de una forma cruel y dolorosa, tal vez no eras más que un cobarde que nunca tuvo la lealtad de su parte.

Tu sinceridad a tiempo y hubiéramos evitado tanto daño innecesario.

Era el fin… y mis finales nunca son felices, memorias de hombres tristes mirando el infinito desvanecerse ante sus ojos.