Tengo un camino marcado con migas de pan
indicando el regreso hacia ninguna parte.
Tengo una bandera de muchos colores y una casa olvidada
En el libro sin salida guardo una historia que acaba mal.
Madrugadas, guitarras, insomnios mal gastados.
Un tango que no llora, un corazón con cicatriz
Monedas en el bolsillo, un pañuelo verde
Y tu foto grabada en la memoria.
Con ganas de todo amanezco los viernes.
Pero los lunes otra vez, la rutina me gana.
Tengo colecciones de besos cuyos dueños he olvidado.
Se aceptan reclamos en el libro de quejas.
Canjes y devoluciones en la esquina siguiente.
Si cierro los ojos aparecen:
las noches de conversaciones largas
en la casa tomada,
los libros de Lorca vigilando, celosos,
la cháchara de causas perdidas.
Las tardes de verano que planeábamos
amores urgentes,
la plaza, el mate, la risa, la vida en estambay.
Si los abro descubro una copa de vino y tu mano extendida
Aún no se si alcanza para espantar
a la soledad de los Buendías.
Pero sin migas de pan que indiquen el regreso a Macondo,
me quedo, temblando de miedo, a tu lado.
El desafío ahora es caminar contigo.