Cuando envié aquella colección de cuentos a una importante editorial de Barcelona, la clasificadora... Lo sé por olvidársele borrarlo, y también por firmar como mujer. La clasificadora- como decía- anotó en rojo en la esquina izquierda: "sociópata". Luego se deshacía en elogios en una larga carta en la que me emplazaba "quizá" para un momento futuro, no sin antes recomendarme que mientras tanto probara en otras editoriales.
Y era cierto: pero hasta- valga la redundancia- cierto punto. Me pareció muy extraño que en una editorial como aquella no se distinguiera el exabrupto propiamente dicho y el realizado in literaria causa. Aquéllos eran literarios. La prueba la ha dado el futuro: cuento con tantos cuentos como años-soy, no sé si escritor, pero sí prolífico- y no he visitado la cárcel ni nada que se le parezca. Otra cosa es la calidad. Ahí sí me hubiera convencido. Pero, es claro, que la forma era acorde a la naturaleza de lo que se narraba. Eran relatos preñados de "habla".
El caso es que los tuve de vuelta de correo en cosa de un mes.Hoy los he remirado. Aquellos trece cuentos eran el total de mi obra literaria. Los primeros y los mejores. Uno no ha vuelto e escribir siendo tan uno mismo. Lo demás han sido imitaciones. Tienen el valor de la originalidad. A alguien que no esté puesto en matices puede pasársele fácilmente la naturaleza de aquellos valores coloquiales, de "habla" y no ver que la temática era truculenta, pero literariamente buscada o espontáneamente nacida. El caso es que aquella experiencia me sirvió para ver el lado fuertemente aparencial de la vida. Quizá aquella anotación me haya servido para salirme de sociópata y no tener que haber arrostrado sus consecuencias.
A lo que iba. Hoy he visto su esquela en el periódico, y me ha impresionado vivamente. Es como haber salido ganador en un reto forjado por el pasado: he pensado después. He buscado- y encontrado su carta. Ha sido su lectura como una conversación con un difunto. Y en internet su rostro. Había sido una mujer bastante guapa.
"Cómo el tiempo va dando y quitando razones", ha empezado mi nuevo cuento, al que, por supuesto, he titulado "el sociópata".