.- (Abre la puerta) ¿Y tú?
.- (Entrando) ¿Es tarde?
.- No son las doce del mediodía, si es a lo que te refieres. Pero, para mí no es tarde, ¿qué pasa?
.- No, nada, está todo bien.
.- (Atándose la bata) ¿Entonces?
.- ¿Podrías dejarme dinero?
.- ¿Puedo preguntar para qué?
.- Para irme.
.- A tu casa puedes ir andando. Lo has hecho cien veces, no necesitas un taxi.
.- Ya, es que no voy a casa.
.- ¿Entonces?
.- Me voy.
.- ¿Quieres agua?
.- No, me marcho ya.
.- Agua.
.- Ni tomo agua, ni tomo nada, porque me voy.
.- Para irte siempre hay tiempo. Si te vas de casa tanto da que sea ahora como dentro de quince minutos. Así que te sientas y me lo cuentas.
(Pausa)
Al menos que te estén esperando. ¿Te están esperando?
.- No. Me voy yo sólo.
.- Ah. Pues bien. Mándame una postal. Sabes que las colecciono.
.- ¿Desde dónde?
.- Desde donde estés.
.- Pero es que todavía no sé a dónde voy.
.- En cualquier sitio del mundo hay postales, digo yo.
(Pausa)
Agua, entonces.
.- No, déjalo. Otro día.
.- Si te vas, ¿cuándo será otro día?
.- Aún no sé si me iré.
.- Has dicho que te ibas ahora, que tenías prisa. Necesitas el dinero, ¿no?
.- No lo sé.
.- ¿Te sientas?
.- Lo siento.
.- ¿El qué?
.- Siento todo.
.- Si no sintieses sería preocupante.
.- Venir y pedirte dinero, así, sin explicaciones.
.- No las necesito. Lo sabes.
.- Y encima tan tarde, ¿es muy tarde, verdad?
.- No para el lechero.
.- ¿Qué me importa el lechero ahora?
.- Si fuese tarde no te abriría la puerta.
.- Vale, déjalo. Otro día te lo explico.
.- No tienes que explicarme nada.
.- Sí.
.- Calla
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