Se levantó rápidamente del sofá, descolgó, con cierto nerviosismo, el teléfono, le dio una fuerte patada al televisor que lo tumbó hacia atrás y se dirigió a la ventana. La abrió. Encendió un cigarrillo con una honda calada y soltó el humo levantando la cabeza, en señal de relajación. Del piso de al lado se escuchaba la pausada música de los “Bitels” .
- Con el calor que hace, ¡a quien coño se le ocurre poner esa canción!.
“Iesterdei, ol mai trobelms sim so far agüei” Volvió a fumar. Dos o tres caladas seguidas como si fuese un manojo de nervios, y no de violetas, y tiró el pitillo por la ventana.
- Lástima que no les caiga dentro y se les queme esa mierda de disco.
Quitó las gafas, separándose de la ventana, posándolos, sin cuidado, encima del teléfono, de cualquier manera. En un momento quedó en silencio. Sin oír, sin ver. Volvió a la ventana. Sin pensar. Sin sentir. Miró hacia abajo y saltó.