Razas.
Luego de tres meses de vacaciones la escuela abría sus puertas y los nuevos alumnos esperaban con sus padres para ingresar a ella.
Entre los de primer año había muchos nuevos, chiquillos miedosos que no se animaban a soltar las manos de sus madres pero que al ver a la nueva maestra que irradiaba simpatía, lentamente se fueron acercando al salón a ocupar sus lugares.
Emilia, la maestra saludó uno por uno a los alumnos preguntándoles su nombre y ellos en silencio, aún un poco asustados respondían.
Emilia trató de sentarlos con nuevos compañeros aunque sabía que los que venían de Jardinera y eran amigos quisieran estar juntos pero prefirió que la amistad de los nuevos floreciera entre ellos.
Algunos tenían la carita un tanto contrariada al ver a su nuevo o nueva compañera pero ella pensaba que con el correr de los días se fueran acostumbrando unos a otros y que la clase fuera, eso justamente una clase pero en armonía.
A la hora del recreo algunos hicieron amistad en seguida mientras que otros trataban de estar solos o con algún amiguito del año anterior sin querer compartir sus juegos con los nuevos.
Una chiquita de nombre Norma, se sentía muy sola, era la única en la clase de tez morena y pensaba que mejor la hubieran mandado a otra escuela ya que su compañera era una niña llamada Lucía de tez blanca y que no la miraba muy bien según ella.
Un día, la maestra quiso enseñarles algo nuevo, la clase estaba algo inquieta y pensó que quizá contándoles algo les llamaría la atención.
Emilia los hizo sentar juntando los bancos y formando una ronda donde ella era el centro y comenzó a contarles una historia que inmediatamente les llamó la atención.
___Mis queridos alumnos, sé que alguno de ustedes se siente incómodo con el compañerito o la compañerita que les tocó pero aunque no lo crean es lo mejor que puede haberles pasado.
Ustedes saben que en el mundo hay distintas clases de razas y que debemos convivir con ellas porque a pesar de ser diferentes en color y otras cosas que les iré mostrando, somos todos iguales, mañana va a venir a la clase un compañerito nuevo, es Chino, aunque en realidad es Uruguayo porque nació en Uruguay como ustedes pero sus padres son de China y sus rasgos son algo diferentes, sus ojos aunque sean algo alargados ven lo mismo que los demás por eso no quisiera que lo discriminaran, va a ser otro compañerito de ustedes y va a ser el amigo que quizá no esperaban.
Pero además les traje algo para que vean, es una fotografía, en ella hay cuatro personas, un hombre de raza negra, una mujer de raza blanca y dos niños, uno negro y otro blanco.
Los niños se miraron entre sí y no dijeron nada pero al ver la fotografía, una de las niñas, Norma le dijo:
___Maestra, esa es usted pero qué hace al lado de esas personas?
___Esa es mi familia, me casé hace muchos años con un hombre de raza negra y nuestros hijos son mellizos pero uno es blanco y el otro negro.
El murmullo fue total, estaban acostumbrados a ver entre sus padres a personas de una misma raza y no entendían debido a su edad que las razas se pudieran mezclar hasta que Emilia les dijo:
___Si chiquitos, las razas se pueden mezclar aunque no todos estén de acuerdo y aceptarlo les traiga algunos dolores de cabeza pero les diré algo, cuando hay amor, la raza no importa, todos somos seres humanos y aceptarnos unos a otros es una ley Divina.
Pasaron algunos meses y Norma y Lucía se hicieron amigas, se ayudaban mutuamente en la clase hasta que un día Norma la invitó a su casa a cenar con ella.
La madre de Lucía la llevó y la sorpresa fue mayúscula, Helena, la madre de Norma había sido compañera de estudios en la facultad pero no se habían vuelto a ver.
Las madres de las niñas se abrazaron y comenzó una amistad que perduró por el tiempo, sin barreras raciales ni mal entendidos, ni complejos, simplemente eran dos familias que se querían y se comprendían como una sola.
Omenia.