El camino al Paraíso.
Julián, hacía el recorrido del trabajo a su casa, caminando, tenía la suerte de vivir a pocas cuadras de la oficina en que trabajaba como abogado de una empresa multinacional.
Llevaba en el mismo puesto, doce años, no porque no tuviera talento ni ambiciones, más bien era porque en realidad era uno de los tres abogados que trabajaban allí y los otros dos eran, el dueño y su hijo, así es que no había mucho para elegir, o era el tercer abogado o a trabajar a otro lado y como le pagaban muy bien, no tenía motivos para irse.
En su casa lo esperaba un hermoso perro al que quería más que a nadie en el mundo.
De vez en cuando alguna novia pasaba por su casa, se quedaba algunos días pero Julián no estaba acostumbrado a vivir con nadie que no fuera su perro, así es que las relaciones se enfriaban más rápido que lo que le costaba calentarlas.
Con cuarenta años, tenía algunas mañas que pocas mujeres aguantan, la casa desordenada, la ropa por los sillones, la cama sin hacer por días, no que estuviera sucia, una empleada venía dos veces a la semana y limpiaba y ordenaba y todo volvía a relucir por lo menos por dos días.
Sus amigos trataban de conseguirle una pareja estable pero… no era fácil, los viernes se reunía con ellos, pizza, cervezas y licor hasta muy tarde, luego de regreso a su casa.
Los sábados no trabajaba a no ser que se llevara el trabajo a su casa y salía a correr por la rambla, algunas horas, para regresar, bañarse e ir a almorzar a casa de su hermana.
Pero ese día, cambió su rutina, avisó a su hermana que no iría porque tenía trabajo en su casa, aunque la realidad era otra, hacía mucho tiempo que quería ir a la feria del parque, tenía que comprar un cuadro y sabía que ahí los venden bastante en cuenta.
Dejó a su perro en casa de un amigo para que se lo cuidara y fue directamente a la feria, allí se dispuso a recorrer y comparar precios.
Al fin dio con un cuadro que le llamó la atención, un paisaje formado por árboles, campo y flores de tan bello colorido que no pudo dejar de mirarlo.
La vendedora, captó de inmediato el ojo artístico de Julián y se acercó para decirle:
___¿Le agrada ese cuadro?
___No puedo dejar de mirarlo…
___Si, también creo que es hermoso…
___Tengo otros por si quiere verlos.
___No, creo que es justo lo que necesito, quisiera saber su precio…
___En realidad no sé si quiero venderlo…
___Pero, no le entiendo, ¿usted está aquí para vender o no es así?
___Por supuesto, pero éste en particular no sé, no estoy segura…
Julián volvió a mirar a la muchacha que hasta ese momento no había prestado atención, debido al cuadro y vio a un ser encantador, una joven hermosa y extraña a la vez.
La joven se puso frente al cuadro y Julián pudo ver algo que no había visto nunca, la muchacha parecía estar pintada dentro del mismo, era muy extraño, el color rubio de su cabello y los matices del sol del cuadro parecían confundirse, no era real, pero sí, de una belleza extraordinaria.
De pronto sin saber cómo había ocurrido, se encontró en un campo lleno de árboles y flores y paseando con una bella chica que reconoció como la vendedora del cuadro, no entendía nada pero estaba fascinado, aquello era el paraíso.
Ese día, Julián no regresó a su casa, ni los siguientes, hasta que su hermana dio aviso a la policía pero todo fue inútil, Julián no volvió a dar señales ni de vida ni de muerte, simplemente se evaporó.
Hasta que una tarde, el amigo de Julián decidió ir a la feria junto con el perro que ahora le pertenecía y casi sin querer se detuvo frente a un bello cuadro.
Los colores llamaron su atención, pero más aún las dos personas muy enamoradas, tomadas de la mano y que al mirarlo detenidamente parecían caminar.
También el perro quiso mirar, parecía querer entrar en el cuadro, ladraba y lloraba a la vez y esto llamó tanto la atención de su amo que lo sacó de aquél lugar lo antes posible.
Al día siguiente, el perro había desaparecido y hay quienes aseguran que lo vieron por última vez frente al bello cuadro del parque.
Pasaron algunos días y el antiguo amigo de Julián, pensó que tendría que volver a ver aquel cuadro que tanto le llamara la atención y lo que vio hasta el día de hoy no lo puede creer.
El cuadro seguía en el mismo lugar pero algo no era igual, el muchacho no recordaba haber visto un perro en la pintura y decidió preguntar al hombre que lo vendía si le habían agregado algo a la pintura pero el hombre le respondió que era muy extraño lo que ocurría con aquella pintura y pensaba, a pesar de ser muy hermosa que tendría que deshacerse de ella lo antes posible.
El joven le preguntó cuánto quería por ella a lo que el hombre le contestó que si la quería, se la llevara, se la regalaba ya que la pintora había desaparecido sin dejar rastro y no creía que volviera por ella.
Al llegar a su casa, el amigo de Julián buscó un lugar en la sala de su casa para colgar el hermoso cuadro.
Dicen los que ven el cuadro que cuando el sol da de lleno en él, parece tener movimiento y se puede ver a dos personas y a un perro en un lugar lleno de árboles y flores que bien podría ser… el Paraíso. Omenia 24/3/2015
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