—Abre la nevera y saca lo que apetezcas.
—Te guardé comida por si te daba hambre. ¿Quieres música? Sabes que cuando vienes a mi casa, me deshago contigo. Quisiera ser tú para adivinarte el pensamiento. Las sábanas no tendrán más olor que el tuyo y el mío. Cierra los ojos. Miraremos la alborada sin tensiones. ¿Dime has soñado con darme un beso? ¡Ah sí supieras cuantos te he dado! Me ha dolido la boca de besarte. Sube y acuéstate. Quiero que mis manos te descubran y disfruten las tuyas. Nos recorreremos palmo a palmo, hasta ser alborada y canto.