Mira tú, en pocos segundos puedes disociar aquellas tormentas mentales… Poco es lo que se pueda decir de los sentimientos… Pero, es natural sentirlos y dejarnos arrastrar por sus largas uñas y manos… Entré a un Bar y pedí una cerveza… Una joven me saludó… La saludé y pude recordar mi juventud… Hablamos y me hizo olvidar mis sangrientos momentos… Me habló de ella y de sus más sentidos y hermosos sentimientos…
Esbocé una sonrisa de gratitud… La confianza es hermosa… Toca las fibras del alma y se abren tus alas y puedes amar sin amar… Espero se comprenda, pero es lo que vivo…
Me fui y mientras caminaba recordé… Mi juventud en el colegio… Mis pasos por aquel lugar a mis once años… El piso de cemento… Los chicos gritando en el recreo y en un silencio de burla en medio de clases… Todos tenían un sobrenombre, el mío era propio de mi apellido… Mejor no recordar…
Subí al auto, llegué a mi casa y luego de un baño, me acosté… El sonido de unos pasos despertó mi atención… Era un alma?... Era quién?...
¿Quién eres?, pregunté…
Jasmine, respondió la voz que provenía de un rincón del cuarto en total oscuridad…
Qué haces aquí?
Estoy recordando a mi abuelo, respondió…
Entiendo… Y qué te dice… No pude escuchar su respuesta… Seguí en mi oscuridad y ameno sueño cuando una imagen se estrelló en mis pensamientos…
Era un hombre de mi edad, vestido en corbata y terno, subiendo a un auto de color azul… Su rostro duro escondía la dulzura de un alma bondadosa… Le pregunté su nombre y sonrió… Le vi alejarse y entrar a una casa… Una niña muy graciosa le esperaba… El la cargó y se la llevó… Ella esperaba una historia de los que tanto gustaba… El hombre tan solo sonreía... Era un hombre afortunado… La bajó y la puso sobre sus piernas y le narró una historia…
“Cada vez que brille el cielo… Allí estaré, brillando para ti… Pues, todos somos invisibles mientras más lejanos estemos… Siempre brillaré para ti…”
Los dejé en su inmortal alegría y sentí que los dioses me habían mostrado la eternidad… Algo más allá de los sueños… Más allá de aquella fantasía del cual no sabemos ni podemos despertar…
Un nuevo rostro s me llegó… Era una linda joven… Me preguntó si creía en Dios… Le dijo que estoy buscándole… Se puso a llorar y luego secó sus lágrimas… Iba a alejarse pero le dije que la soledad es hermosa cuando hay una estrella brillando para nosotros… Gracias, me dijo… De nada, respondí…