El hombre nace libre, libre para creer en sus sueños para alcanzarlos.
No existe color, ni credo alguno que lo diferencien de otro.
El hombre nace libre, como el grito de libertad que lucha por la esperanza de vivir en un mundo mejor.
A los ojos de Dios no existe color, no existen fronteras, no existen cárceles que silencien aquel grito, ante Dios solo existen almas libres.

A la memoria de Pule Shoba y a Tsietsi Mashinini que lucharon en contra del Apartheid en Sudáfrica.