La comida
(literatura, pintura,mujeres)
Muchos artistas recurren a frutas, verduras y cereales para crear sus obras. Basta recordar los bodegones flamencos del siglo XVI y las pinturas de Archimboldo con sus cabezas formadas con frutas y verduras.
La presencia de la comida es frecuente en la literatura del Siglo de Oro español, las obras de teatro, comedias, entremeses, novelas picarescas o de costumbres, le otorgan gran protagonismo.
Homero y Platón abundan en descripciones de ágapes y numerosos escritores romanos detallan banquetes y orgías tan realistas, que nos hacen agua la boca.
Cervantes utiliza el tema de la comida para definir la posición social del Quijote. En aquella época, saber lo que se presentaba en la mesa de una familia era indicativo de su situación económica. Leemos en el primer capítulo del Quijote cuando describe lo que se comía en casa del hidalgo:”Una olla de algo más vaca que carnero (la carne de vaca era más barata), salpicón las más noches (generalmente preparado con los restos de la olla del mediodía) duelos y quebrantos los sábados (quizás huevos con chorizos), lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos…. “.
La opulencia de la comida se detalla con minucias en el capítulo de las bodas de Camacho.
Si en el Siglo de oro el tema de la comida llenaba páginas sabrosas hoy en día no faltan ejemplos similares; he aquí, para abrir el apetito, la descripción de un timbal de macarrones que se lee en El Gatopardo de Giuseppe Tomasi de Lampedusa.*
" Hay que decir que el aspecto de aquellos babélicos pasteles bastaba para suscitar estremecimientos de admiración. El oro bruñido de la costra, la fragancia de azúcar y canela que de ella emanaba, sólo eran el preludio de la sensación de delicia que surgía del interior cuando el cuchillo hendía la superficie: primero brotaba un vapor cargado de aromas, luego se divisaban los higadillos de pollo, los huevos duros, los trocitos de jamón, de pollo, de trufa mezclado en una masa untuosa, muy caliente, de diminutos macarrones a los que el extracto de carne añadía un precioso color gamuza.”
La comida adquiere a menudo alcances que desbordan el mero valor alimenticio y el tema se impregna de significados ajenos a la nutrición; un ejemplo lo da la novela “ Como agua para el chocolate ”de Laura Esquivel en la que las recetas de cocina encabezan cada capítulo. Lo original de este texto es que las recetas van adaptándose a las emociones de la protagonista, al momento que está viviendo y al motivo por el cual prepara las comidas. Todos los acontecimientos giran alrededor de la preparación de los guisos y las tortas, de los secretos de las recetas y de los efectos que las comidas tienen sobre los comensales. Es inolvidable la escena en la que Tita deja caer unas lágrimas en la olla en que prepara la comida para la boda de su hermana y esa tristeza suya condimenta los platos provocando violentos retorcijones de vientre en los invitados.
El primer acto independiente de la mujer fue dar a probar a Adán el fruto del Árbol y el sentimiento de culpa que engendra acompaña a las mujeres durante toda su vida.Esa reminiscencia del Paraíso se materializa en el chocolate.
Los psicólogos afirman que ese sentimiento proviene del inconsciente femenino por violar una promesa hecha a sí mismas y por el goce que sienten como compensación de sus impulsos eróticos reprimidos.
Junto con el envejecimiento, la alimentación es el argumento relacionado con el cuerpo, que más preocupa a la mujer.
A veces las comparaciones gastronómicas llevan el estilo del piropo “ bombón , bocadito…dulce…caramelo…”
Y también surgen expresiones amorosas que podrían adjudicarse a atávicas costumbres antropófagas. “me dan ganas de comerte”, te comería a besos…. Tranquilos, todo quedará en palabras
El peso obsesiona a muchas mujeres por el acento que la publicidad y la moda pone sobre la delgadez. Las mujeres de los anuncios publicitarios y las que presentan los modelos de alta costura son irreales maniquíes vivientes.
El claro mensaje: belleza= delgadez, elegancia =delgadez, éxito=delgadez, ha llegado a formar un estereotipo social. No es extraño que al comparar el propio cuerpo con el de las modelos muchas mujeres se sientan insatisfechas de su aspecto y recurran a cuanto les ofrece el mercado. No faltan institutos de control de peso, productos de belleza para reducir celulitis y gimnasios en donde se pueden modificar las formas y aumentar la elasticidad de los músculos.
El culto a la delgadez es un fenómeno que abarca un público cada vez más joven; en la década de los 60 nace la muñeca Barbie y su silueta estilizada alimenta en las niñas el deseo de emular su figura y hasta se puede pensar que sea un factor más en la anorexia que sufren ciertas adolescentes.
La escritora española Almudena Grandes, en su libro Modelos de Mujer, trata la cuestión de la comida y la delgadez corporal y los conflictos femeninos relacionados con la alimentación.
Últimamente una iniciativa propiciada por el gobierno francés fijó criterios y estipuló sanciones para combatir este fenómeno. A las modelos que excedan los límites de peso mínimo establecido, se les prohibirá trabajar hasta que cumplan con los nuevos criterios. La medicina de salud francesa comparte la iniciativa.
Prueba de que una mujer puede ser hermosa y atractiva aunque desborde en curvas, la dan los pintores Rubens, Renoir y el colombiano Botero, con sus espléndidas mujeres, medida XXXL.
* premio Strega 1959
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