Las ramas desnudas del ceibo tiemblan sacudiéndose la blanca helada,

entre tanto los pájaros retozan con entusiastas demostraciones,

me encanta observarlos son transparentes , son espontáneos, son delicados,

saben como conquistar a su parejas con tiernas danzan mientras las van cautivando.

La fragancia del amor se huele en el aire,

se percibe en la sensibilidad de la piel,

en los sueños que acompañan nuestras noches,

en las emociones que despiertan los nuevos días,

en los anhelos secretos que tenemos muy bien guardados.

Es la época donde las ansias contenidas piden a gritos por su libertad,

las cadenas se rompen en silenciosa algarabía,

brotan ramilletes de sensaciones descontroladas,

las estrellas fugases regalan deseos sin mesura,

es la etapa del año donde las cosas más insólitas se pueden consolidar,

este periodo donde hay melodías que poseen acordes que nos iluminan el alma de dorado,

haciendo que los años no sean un inconveniente por el contrario eso nos da las alas,

sintiéndonos inquietos adolescentes de mirada iluminada por embelesadas luciérnagas.

CAL.COR