A veces los sueños son un DESPERTAR en la conciencia.

Hoy amanecí dejando las ropas que vestían mi ser de ataduras, de prejuicios e intolerancia que devenían de los tormentos de una infancia triste y desamparada.

Hoy he decidido no ser la misma torpe de ayer, hoy soy empática al sufrimiento y adversidad ajena, hoy estoy comenzando a usar el corazón y escucharlo.

Me ha costado arduo trabajo deconstruirme y me ha asombrado el carácter conservardor de mi pensamiento, tan lejos de cualquier revolución, tan falsamente comprendido como humanidad.

Aprender a no defraudar, a no temer, a no frivolizar el sentimiento ni fallar a quién ha esperado un buen gesto de nuestra parte.

Comenzar a vivir, desde la lucidez espiritual que otorga la cercanía con la muerte hasta la revalorización de los afectos.