No sé a qué hueles por las mañanas,
luego que la noche haya atesorado,
transparente, tu cuerpo de duda infiel.
No conozco los azahares que atraen
torbellinos a tu jardín recién amanecido.
No percibo los centímetros de ternura
que amanecen en tu cielo atropellado.
De tus recovecos me desaprovecho
la bruma que etérea los envuelve.
En los márgenes sensibles de la distancia
oficia mi ignorancia el color del recuerdo.
Solo eso me queda como dócil metáfora.
Texto agregado el 10-08-2018, y leído por 77
visitantes. (5 votos)
Lectores Opinan
11-08-2018
Una maravilla, me fascinó por completo. MujerDiosa