Agua sexual que bebo
en tu impúdica espalda
y llena de milagros
los cuerpos en la cama.
Idolos de arcilla y carne
sin dios, tiempo u horario,
en el celo trenzamos
los sexos y las almas.
Si tengo hambre de ti
me alimenta tu sangre
en el frutal cansancio
que nos delata amantes.
Si tienes sed de mí,
beberás de mi cáliz,
el cáliz de mi pubis
estremecido y frágil.
En contornos difusos
mi unicidad violada
como una ofrenda yace
al bronce de tu espada.
Un tiempo,
casto y húmedo,
fecunda nuestras sábanas.
Texto agregado el 24-09-2004, y leído por 157
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