Al pasar por la cocina veo de re filón al horno transpirando,

“nervioso, expectante,inquieto”

su temperatura era la ideal para que la asadera sea acogida por su calor,

las exquisitas rodajas de zapallo anaranjado descansaban en el fondo de ella,

tres rebanadas de zapalllitos verde esperanza se habían hecho amigos entre ellos,

mientras dos tajadas de coquetas papas les hacían compañía,

fueron perfumadas con gotas de aceite de oliva,

estornudaban mientras la sal copiosamente las salpicaba.

Las verduras estaban acompañadas por un muslo de pollo,

el muy elegante estaba maquillado con abundante mostaza,

jocosamente charlaban entre ellos mientras eran introducidos en el horno,

los minutos pasaron hasta que el olor los delato,

“estaban listos”

sabrosamente dorados invitaban a ser devorados bocado a bocado.

Lo que logro hacer algo especial de este almuerzo dominical,

fue el helado de pomelo rosado con nueces y una lluvia de cereales,

sublime exquisitez para una fascinante ocasión memorable.

CAL.COR