Las quejas me sorprendieron como rebotes.
Tiembla mi alma por la duda de haberme fallado,
cuando ya nada puedo hacer para remediarlo.
Hoy me pesan más, los recuerdos del pasado.


Hoy me apena una duda de la certeza vivida.
Hoy el pensamiento fugitivo escapa dividido.
¿Hubo buena intención por encaminar el andar?
¿O solo el miedo de apresurar lo destruido?


Como sorda bestia de carga tiré incansable,
entre desconcertantes gritos, entre latigazos,
arrastrando con placentera sonrisa la carga
para que otra voluntad naciese en mis brazos.


Flagrante disuasivo del miedo reflejado
para detener la marcha hacia la llanura.
Fuiste en mi, encarnada historia sagrada.
Inquieta pasión de debilidad castigada.


Hoy debo decirte, tanto más yo temía
dormitar sobre el verde campo florido,
tanto más yo temía quedar embriagado,
desnudo, vulnerable, agotado y herido.


¡Trino artificial! No llegas a ser en labios sonrisas.
Parodia absurda del canto de alegres gorriones,
quejas destempladas del roce de la fría materia.
Punzas agudo los dientes, matando sensaciones.
Desgaste de respirar el aire que antes respirabas.
Impacto inevitable de universos en oposición,
compitiendo por el mismo espacio compartido.


Mucho más allá de la más lejana de tus órbitas,
por dejarte la vida, mucho más allá me alejaría.
Y oculto desde allí, el más potente telescopio,
como apesadumbrado observador construiría.
Lejos muy lejos de la desgraciada degradación,
desde tu blanco e inextinguible brillo arrancaría
la vida que sostenga esta decadente existencia.