A partir de mañana,
de hoy,
de este instante,
ya soy otra.
Ahora mismo
me confieso en fuga,
vertiginosamente,
de todo cuanto he sido.
En este instante,
irremediable y cierto,
ya soy otra,
mirando tras mis ojos,
con los huesos prestados
y una sangre (no suya)
corriendo por las venas.
Soy otro conjunto de fabulaciones,
de simples y de humanos aleluyas.
¡Cuánto miedo,
cuánto temor en mí,
que debo morir en este instante
para seguir viviendo!
Y miro a esta mujer
en el espejo,
sus recién estrenadas ansiedades.
La toman por asalto
la luz de la ventana,
la flor,
la hoja marchita,
el llanto y el cinismo.
Entonces no hay remedio,
la otra mujer
ha muerto.
Así regreso yo,
con mis ojos cansados,
Absurda y pertinaz
como la lluvia fría,
Tirana de mí misma,
exilio y sentimiento.
¡Cuánto valor,
cuánto coraje en mí
que puedo morir a cada instante
para seguir viviendo! |