Entre tanto el silencio
convoca los recuerdos
ocultos a estos ojos,
que aún transitan montañas
y valles, y ríos
y solares que fueron.
Mustias aves de bruma
encanecen las altas,
las cimas del silencio.
Arañas de melancolía
extienden sus redes,
taciturnas,
entre copas de licor,
nunca bebidas,
y libros de historias
que algún día soñé.
Esta profunda quietud
se asemeja
a una casa vetusta
de rejas carcomidas por el tiempo.
La luz en la ventana,
sobre el polvo
lóbrego y frío del olvido,
amplias salas que encierran
murmullos ancestrales
y perdidos,
y una inconmensurable soledad.
Hay pupilas que miran
desde el fondo diáfano
de los recuerdos,
hay abrazos que consumen
todavía sus últimas cenizas...
y hay palabras,
tan lejanas a veces,
que aún desentrañan
su enigmático acierto.
Y entretanto el silencio.