—¡Barco a sotavento!
La voz del vigía proveniente de las copas conmocionó a los tripulantes del Buena Fortuna, bergantín pirata con una tripulación de ciento veinte hombres. El capitán Jack Rackham tomó su catalejo y dijo a su mujer:
—Es el Hans Hofendord. Debe llevar un buen cargamento. Será una buena presa.
El barco alemán era una fragata de tres mástiles. Anne Bonny -mujer de Rackham- que había sido una niña rebelde cuyo espíritu aventurero la levó a la piratería, aconsejó a su capitán y compañero:
—El sol está cayendo sobre el horizonte. Es conveniente apagar los fanales de la nave y aproximarnos a ese barco aprovechando la oscuridad de la noche.
Con las primeras luces del alba, tan solo trescientos metros separaban a ambas naves. El capitán Rackham acercó la bocina a su boca y ordenó fuego de andanada. Los certeros disparos del Buena Fortuna dieron en la base del palo mayor del barco alemán que se desplomó sobre cubierta arrastrando su velamen.
El Hofendord respondió con una andanada que dañó el cordaje del Buena Fortuna, horadó las velas y mató a uno de los tripulantes. La distancia entre ambas naves se había acortado lo suficiente para facilitar el abordaje.
—Lanzad los grampines. ¡Al abordaje!-ordenó Rackham.
Como un aluvión incontenible, los piratas cayeron sobre la nave alemana. La tripulación retrocedió hacia el castillo de popa donde intentó oponer resistencia. Anne Bonny, excelente espadachina, conocía todos los secretos de la esgrima. Su especialidad era el golpe de Cartocio que consistía en flexionar las piernas y lanzarse en estocadas profundas. Su espada dejaba un surco de sangre. Todo el que se interponía a su paso, pagaba con su vida. Anne observó con curiosidad a un joven alemán de singular belleza que se defendía con bravura. Lo enfrentó admirando su coraje. Rápidamente separó en tercia la hoja del adversario, la libró en segunda con un golpe seco e hizo volar el arma por los aires. Entretanto, la resistencia del barco alemán había sido vencida. La bandera teutona había sido arriada por los bandidos para dejar lugar a la tibia y las calaveras.
Anne Bonny se enfrentó a su rival y le dijo:
—Admiro vuestro valor. Has demostrado ser un digno adversario. ¿Cómo es tu nombre?
—Mary Read -fue la respuesta.
Sorprendida por la respuesta de la joven, Anne le propone unirse a ella y al capitán Rackam en su camino de piratería. Mary no tenía opción: se sumó al Buena Fortuna.
El saqueo del barco alemán había comenzado. Los piratas se apoderaron de varios lingotes de oro y de las pertenencias de los tripulantes que fueron llevados cautivos a Nueva Providencia. Las vidas de Jack Rakham, Anne Bonny y Mary Read quedaron unidas en un triángulo amoroso. Continuaron sus correrías por el Mar Caribe. En los días de ocio se entregaban a la lujuria y el alcohol.
El gobernador de Jamaica, alarmado por este comportamiento desenfrenado decidió poner fin a sus días de piratas. Encomendó a Jonathan Barnett dirigir tres fragatas de alto bordo en persecución del implacable trío.
El buena Fortuna fue ubicado al norte de Bahamas y fue objeto de un horrísimo cañoneo. Tras un breve combate, el barco pirata quedó raso como un pontón y fue tomado al abordaje. Luego de una valerosa resistencia, los piratas fueron vencidos. Rackham y sus hombres fueron condenados a la horca en Jamaica. Anne Bonny y Mary Read salvaron sus vidas ya que alegaron estar embarazadas. Mary Read murió pocos meses después de una fiebres. Anne Bonny, en tanto, llamada a tener una vida lonjeva, se apagó a los ochenta y cuatro años de edad.